La hembra guardó silencio ante las palabras de ese Alfa que hicieron que su corazón diera un vuelco.
Ella se mantuvo en silencio el resto del trayecto, hasta que finalmente, llegaron al prado, saliendo de la espesura del bosque, las vocecitas infantiles resonaban en el aire fresco.
Entre el césped, los dos cachorros rubios corrían y jugaban con su abuelito materno. El viento helado mecía sus mechones, y los niños emocionados daban saltitos y se aferraban a ese hombre lobo… ¡Hasta que olfatearon esa aroma familiar!
Sus ojitos dorados tan intensos como el oro, se dirigieron de inmediato hacia Alfa Zefor, que bajaba de sus brazos a Adalet.
—¡MAMITAAA! ¡OH MI MAMI Y PAPI!~ —corrió a toda velocidad el gemelo más atrevido, Draven, seguido de Alaric.
Al ver a sus gemelos, la hembra se llenó de emoción, sentía que había pasado una eternidad lejos de ellos. De inmediato corrió hacia sus pequeños, con los brazos extendidos, Adalet se agachó y los recibió.
Pof~
Un pequeño son