Hay que ir a buscarla -dijo Cristopher-. La vamos a cuidar y proteger. Nos vamos a encargar de que esté a salvo.
-¿Y qué le vamos a decir de sus compañeros? -preguntó Bert.
-La verdad -respondió Odalis-. Ellos no pudieron protegerla. Prefirieron estar con esas zorras.
-Las cosas no son así -exclamó Alex-. Ellos la aman, pero hay que esperar a que piense Celeste. Es su decisión si estar con ellos o no. Pero la tenemos que mantener alejada de aquí.
-Ella es la luna de esta manada -dijo Bert.
-Pero hay que hacer lo que los alfas nos dijeron -respondió Anaís-. Ella tiene que pensar que la dejaron para que no venga. Ya no es la luna de esta manada aquí ya tomaron una decisión.
-Yo, como parte del consejo, estaré al tanto de todo -dijo Ricardo-. Pero ellos no pueden saber nada de Celeste, ni dónde estará. Ustedes deciden si quieren quedarse o ir con nosotros a New York, a la manada más increíble, donde las luces nunca se apagan. ¿Qué me dicen?
-Iremos todos -respondió Anaís-. Todos iremos c