Punto de vista de Ryan
Fue un beso seco e inesperado, un toque entre nuestros labios que culminó con su ligera chupada, y retrocedió, dejándome en blanco, sin saber qué decir o hacer, con los ojos bien abiertos.
Abrí la boca al segundo siguiente, pero nada salió. Mis brazos se balancearon a los costados, y solo entonces soltó mi rostro, dejando en él una sensación de frío abandono que casi fue dolorosa.
—¿Qué…? —mascullé.
Mi mente se esforzaba por hilar los hechos, pero, a estas alturas, resultaba imposible.
Llevé la diestra a toquetear mis labios, y el peso de la realidad me invadió.
—¿Por qué tú…?
—Así como tú guardas cosas de mí, Ryan, también te guardo secretos —comentó en voz baja y se relamió.
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