La noche y el frío me habían hecho aguzar los sentidos, por eso no tardé en notar que un tipo me seguía.
Gordito, de mediana edad y estatura, jugaba a ser mi sombra de forma descarada. Tanto que a veces paraba para sentirlo detenerse y otras aceleraba el paso para verlo apresurarse con dificultad, debido a su sobrepeso.