67. Aria no es ella
Por fin la noche había caído como un manto espeso sobre la manada de Fuego. El ataque repentino había dejado heridas y confusión, pero la guardia seguía firme, esperando otra embestida.
En uno de los pasillos más recónditos de la casa central, Aria se movía con sigilo. Había permanecido oculta tras la batalla, esperando el momento en que llegase la noche para verse oculta por el manto de oscuridad para poder actuar.
Pero no fue ella quien sorprendió al destino esa vez. Fue el destino quien la sorprendió a ella.
Un susurro frío y antinatural la alertó demasiado tarde. Detrás de ella, emergiendo de las sombras del pasillo, una figura distorsionada la observaba. Sus ojos eran como pozos vacíos. Su cuerpo parecía hecho de animales muertos, ceniza y bruma oscura. Parecía salido directo de sus pesadilla.
—¿Tú… no eres siervo de Hades? —susurró Aria, retrocediendo—. Tengo la protección de él, nadie puede atacarme...
La criatura no respondió con palabras. Le bastó con alzar una mano, y un