Capítulo 3

Frederic salió de casa después de que su madre se acostara en su cama, venía con una expresión de cansancio acompañada de varias ojeras que rompió el corazón de Freddy, este le dejó una nota a su madre en la cocina para cuando se levantara "Te quiero mamá gracias por esforzarte tanto" después salió de su casa, se sorprendió cuando vio a Kyle delante de la puerta de su casa.

—¿Qué haces aquí?—preguntó confundido.

—Lo primero, buenos días ¿No?—dijo Kyle peinándose.

—Vale, buenos días ¿Qué haces aquí?

Kyle dio un suspiro.

—Estaba preocupado por mi mejor amigo—dijo cariñoso, pasando un brazo por el hombro de Freddy, el bajo le miró sonriendo.

—No mientas—rió Frederic caminando hacia el instituto.

—La verdad, es que me he metido en un lio Freddy. Tienes que salvarme—rogó Kyle juntado sus manos, Freddy sonrió de medio lado.

—¿Qué clase de locura has hecho esta vez?—pregunto interesado, Kyle se mordió el labio y sacó una bolsa de plástico de su mochila con varias pastillas blancas.

Frederic palideció y se alejó unos pasos de su amigo.

—¡Kyle estás loco!

Gritó lo suficientemente bajo para que solo le escuchara Kyle.

—No fue mi culpa, lo juro Freddy—lloriqueó, Frederic bufó.

—Entonces si no fue tu culpa ¿Cómo explicas eso?—gruñó señalando la bolsa.

—De verdad, Freddy confía en mí, yo no quería pero ellos eran muchos, me rodearon y no me quedó más remedio que guardarles la mercancía—gimió, Frederic alzo las cejas.

—¿Qué hacías a las diez de la noche fuera de casa?—preguntó mordaz.

—Eh...

—Nada de "eh" y mírame a los ojos, solo quiero la verdad.

—Fui a casa de Marcus—confesó avergonzado.

—Entonces dale ''eso'' a tu novio, yo no quiero estar presente en este tema.

—Vamos Freddy sabes que no puedo hacer eso, Marcus es un medico...

—¡Y qué m****a quieres que haga! Joder me estás haciendo decir palabrotas—se quejó Frederic frotando sus labios.

—Guárdamelo esta mañana—pidió sonriendo de oreja a oreja.

—¡¿Qué?! ¡¿Te has vuelto loco?!

—Ahora tengo clase de educación física, no estamos en la misma clase. Tú tienes con la profesora de lengua, ya sabes que el de educación física siempre revisa nuestras mochilas si me pilla con esto estoy muerto.

—Ufff, Kyle... me voy a volver loco por tu culpa—suspiró Frederic enfadado.

—Por favor, por favor, Freddy. Te lo recompensaré por mil años ¿Vale?—rogó haciendo pucheros, Freddy le alzó una ceja.

—No viviremos mil años.

—Freddy, por favor...—continuó desesperado, ya viendo la entrada del instituto—Tú eres un alumno sobresaliente nadie se imaginaría que tendrías eso en tu mochila.

—¿Y qué pasaría si descubren que lo llevo yo, eh? Años de esfuerzo tirados a la basura.

—No, Freddy, si llegara a pasar eso yo tomaría la culpa lo prometo—dijo sonriendo, Frederic se maldijo silenciosamente mientras abría la mochila.

Kyle le miró a los ojos casi llorando e introdujo la bolsa con pastillas en la mochila de su amigo después le dio un cálido abrazo y le besó en la mejilla fugazmente.

—¡Eres el mejor amigo del mundo! ¡Sí, sí, sí, todos vean ese es mi mejor amigo!

Fue gritando Kyle por la entrada del instituto señalando a Frederic, el bajo quiso cavar la tumba de su amigo ahí mismo mientras miraba como algunos estudiantes le observaban y señalaban.

Frederic no podía estar tranquilo era como si su mochila fuera el objetivo de todas las miradas de las personas que caminaban a su alrededor, estaba paranoico de nuevo, ya que nadie le estaba mirando pero notaba una fuerte presión en el pecho y en el estómago.

"Ah, esto es lo que deben sentir las personas cuando hacen algo inapropiado" pensó sintiendo aquel cosquilleo molesto por su cuerpo.

Entró en el aula cabizbajo para no llamar la atención pero se dio cuenta de que no iba a llamar la atención de ninguna manera ya que su clase estaba completamente vacía, miró a su reloj anonadado no había llegado tarde pero ninguno de sus compañeros estaba en clase, extrañado fue caminando hacia su mesa y ocultó su mochila debajo de la mesa.

—Oh, Frederic, menos mal que te encuentro aquí—dijo el profesor de historia.

Frederic se giró a cámara lenta, viendo como aquel enorme viejo de carácter como un volcán se iba acercando hacia él y hacia su mochila, Frederic solo escuchaba en su cabeza los latidos de su corazón y los fuertes pasos de su profesor que iban hacia él, sintió como si se fuera a morir.

—N-no hice n-n-nada malo lo j-juro—lloriqueó Frederic cuando su profesor ya estaba encima de él.

—¿De qué hablas Frederic? Bueno, ya comente que íbamos a tener dos alumnos nuevos en clase, son gemelos así que se su consejero, ¿vale?—dijo su profesor guiñándole el ojo, quedaba muy mal que alguien de su edad hiciera eso pensó el menor. 

Freddy aún estaba alterado así que solo asintió con la cabeza con el corazón latiéndole a mil por hora.

—Por cierto, tienes las mangas de su chaqueta mojadas—añadió el profesor, Frederic bajó la mirada hacia sus mangas y efectivamente estas estaban empapadas pero él no recordaba haberse mojado con nada.

—Bueno... ¿Q-qué es lo que tengo que hacer?

—Nada importante, enseñarles el instituto, comer con ellos, ayudarles en las tareas y acompañarles a casa ya que al parecer hoy se habían perdido viniendo al centro—rió su profesor.

—Bien, parece sencillo—intentó sonreír Frederic.

—Gracias, chico—le dijo el profesor dejando posar sus fuertes manos en el delicado hombro de Frederic, cuando este se fue Frederic empezó a dar vueltas nervioso por las mesas de la clase recordado su momento de locura por culpa de su estupidez.

—¿Hola?

Frederic paró en seco su carrerilla por clase para ver a dos chicos entrar en clase, se quedó impresionado por la presencia de dos chicos tan altos y con la misma cara, uno tenía el pelo rubio un poco ondulado y le observaba con una sonrisa enorme mientras que el otro vestía todo de negro y su pelo lucia azabache y despeinado. Cuando cruzó miradas con él sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, entonces recordó que ese chico fue el que se encontró el otro día por el pasillo y probablemente él fue quien le llevó a la enfermería cuando se desmayó.

"No hay que juzgar a un libro por su portada'' pensó mirando al chico de negro.

—Hola, soy Frederic—dijo el bajo elevando la mano, el gigante de negro alzó la mirada al escuchar "Frederic" y ambos mantuvieron sujeta la mirada, Frederic se perdió en un mar negro mirando aquellos ojos fríos y penetrantes.

—Yo soy William y este es mi hermano gemelo William—rió el rubio, Frederic parpadeó varias veces.

—Espera, ¿sois gemelos y os llamáis igual?—preguntó sorprendido, el rubio sonrió.

—Sí, nuestros padres no fueron muy originales—contestó sonriente, Freddy se quedó anonadado.

''Sonríe como si fuera un ángel'' pensó.

—Bueno, supongo que queréis mirar el centro ¿Hay algún lugar al que queráis ir?

El rubio miró a su hermano que estaba apoyado contra la pizarra mirando al vacío con seriedad.

—Pues... No en particular ninguno—aclaró alegre.

—¿Me puedo ir ya?—preguntó el azabache.

—¿Irte?—cuestionó Frederic acerándose más hacia los gemelos.

''Dios son enormes'' pensó elevando el cuello.

—No pienses que voy a venir a esta m****a de antro, tengo mejores cosas que hacer, canijo.

"Retiro lo dicho, los libros hay que juzgarlos por la portada esta nunca engaña" pensó furioso Frederic.

—No le hagas caso mi hermano es algo..—empezó el rubio—¡Ah, se me olvidaba! Había pensado que como los dos nos llamamos igual podrías diferenciarnos por motes así que a mí me puedes llamar Will—dijo el rubio divertido, su hermano lanzó un suspiro de agonía.

—Oh, me parece una buena idea... Will. ¿Y tú?—preguntó Frederic mirando al azabache.

—Ni de sueñes que voy a tener un mote ridículo y afeminado como "Will". Llámame William o mejor aun, no me llames nada—escupió, Frederic abrió la boca para decir algo pero mejor se lo calló.

—Ok, como quieras.

Frederic no sabía por qué William era tan frio y distante con él, dio un amplio suspiro pero por alguna extraña razón sentía una adrenalina recorrer todo su cuerpo cuando sus ojos se cruzaban con los suyos como si ya se hubieran conocido antes.

—Me gustaría ir al gimnasio, he escuchado que tenéis unas canchas increíbles—alzó los brazos Will emocionado, Freddy elevó la mirada.

—Es una buena idea—dijo casi emocionado, miró de reojo su mochila al fondo de la clase dio un largo suspiro y fue corriendo a por ella no se atrevía a dejarla a la vista de todos.

—¿Llevas algo importante ahí?—preguntó Will, Frederic palideció.

—Eh... no, solo libros—dijo nervioso.

William alzó una ceja mirando la mochila y al bajo.

—¡Deteneos ahí!

Los tres chicos se pararon en seco cuando el profesor de gimnasia les gritó desde el otro lado del pasillo.

—¿Ocurre algo?—preguntó Frederic intentando mantener la calma.

—Vosotros debéis de ser los chicos nuevos—dijo mirando a William y a Will, solo el rubio asintió alegre.

—Así es—añadió Frederic, su profesor miró al bajo con seriedad y le arrebató la mochila con brutalidad.

—¿Por qué no has venido a clase de educación física?—preguntó con un tono algo molesto, los gemelos clavaron sus miradas en Freddy.

—¿Q-qué? Pero hoy no tenía clase... yo tenía lengua—dijo temblando.

—Ya sabías que cambiamos la clase de lengua por la de educación física, lo dije todo el puñetero día la clase anterior—gruñó mientras abría la mochila de Frederic, este empezó a sentir la muerte recorrer todos sus huesos, cabizbajo y con ganas de llorar miró como sus rodillas se chocaban la una con la otra.

—Perdón, esa mochila es mía—dijo William, Frederic alzó la mirada para ver al azabache ¿Por qué había dicho eso?

—Entonces va a tener que venir conmigo a la oficina por traer sustancias ilegales a clase el primer día... No está nada mal, un buen comienzo de curso—dijo sarcástico el profesor elevando la bolsa de plástico con las sustancias, Frederic palideció.

—E-espera—rogó Frederic viendo como el profesor se iba con William, sus miradas se cruzaron.

—¿Acaso quieres unirte a él?—gruño su profesor.

Frederic se quedó quieto, claro que no quería ser castigado pero le parecía demasiado injusto que William tomara su papel cuando él no tenía nada que ver con las sustancias.

—No pasa nada, Frederic—dijo Will ofreciéndole un abrazo cálido pero eso no impidió que lágrimas inundaran el rostro del bajo.

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