2. Renuncio

— Álvaro Duncan, queda arrestado por el asesinato de Jack Rucca — habló con  firmeza un hombre moreno mostrando su placa indicándole que es policía mientras otros dos policías lo tomaban y lo esposaban para llevarlo a la comisaria para interrogarlo, el pelinegro no sabía lo que pasaba, no había sabido nada de Jack desde hace un mes y que de pronto llegara la policía a arrestarlo por cometer una escena del crimen que no había cometido se le hacía injusto sabiendo que estaba más que limpio.

No habló en ningún momento en todo el camino a la comisaria, solo esperaba qué aquello no ensuciara su nombre ni su marca en la industria de la moda en donde empezaba a notarse entre todos los diseñadores de marcas prestigiosas.

— Quítense, no saben con quién se están metiendo, imbéciles — dice un hombre intentando pasar por la puerta de la comisaria donde se encontraban más de 10 reporteros en buscas de una jugosa historia — Haré que se pudran en la cárcel, malditos chismosos.

Brandon Duncan, un hombre de poca paciencia, abogado con gran prestigio en Estados unidos y Rusia.

— Sera mejor que no me hayan golpeado al cliente porque hare que ustedes también se pudran en la cárcel — amenazó arreglándose el cabello, una mujer de estatura baja y rubia vestida con su uniforme de  policía le toca el hombro al castaño, la mira esperando que hablará.

— Abogado Duncan, por aquí — suspira y sigue a la mujer a un cuarto pequeño, abre la puerta entra y se sienta en la silla dejando el maletín en la mesa en donde se encontraba el pelinegro esposado a la mesa.

— Álvaro…

— Brandon…

— ¿Ahora de que te acusaron? — el castaño  pone su mano en su barbilla esperando que le responda pero lo interrumpe — ¿Plagio?, ¿Robo de ropa interior?, ¿Conducir ebrio? O…

— Asesinato, Duncan.

— Por los clavos de cristo, Álvaro eso ya es algo peor — se levanta de la silla, camina por el cuarto y mira el espejo, era más que obvio que los agentes los analizaban y lo escuchaban,  ninguno de los Duncan era tonto menos sabiendo que no era la primera vez en estar ahí.

El agente que había detenido a Álvaro entra al cuarto, ambos Duncan lo miran al agente sentarse y Brandon hace lo mismo esperando que haga las preguntas, él sabía más que nadie que su primo hermano no era ningún asesino, lo conocía más que nada y sabía que era totalmente inocente en cuanto a la ley.

— ¿Dónde estabas hace una semana, señor Duncan? — pregunta el hombre, el pelinegro se recuesta en la silla aun con las manos esposadas a la mesa.

— En la semana de la moda en Paris, señor…

— Agente Gómez — dice refrenándole el apellido al sospechoso.

— Agente Gómez…

Brandon se mordía la lengua para no meter en más problemas a su primo, el agente observa al castaño y luego al pelinegro.

— ¿Qué relación tenías con el fallecido? — Álvaro suspira, aun no asimilaba que Jack estuviera muerto.

— Éramos amantes, terminamos hace un mes por problemas sin sentidos — responde sin dar muchos destalles de su relación con el chico.

El agente asiente anotando todo.

— ¿Última vez que lo vio?

— En el aeropuerto internacional de la ciudad, horas antes de viajar a Francia… hace una semana.

— ¿Lo notó raro o algo parecido? — niega.

— Simplemente me rogaba que regresara con él, de ahí no se mas nada de él, ¿Alguna pregunta  más? — niega cerrando la libreta.

— Lo tendremos vigilado, puede irse, señor Duncan — le quita las esposas y se va, Brandon miraba confundido al agente sin entender qué clase de preguntas fueron esas, se levantan y Álvaro se toca las muñecas saliendo del pequeño cuarto.

Brandon miraba la única salida aun llena de gente sin oficio como diría él.

— Qué asco, no quiero salir por ahí — dice Brandon sin dejar de mirar a los periodistas y fotógrafos.

— Mueve tu aguado trasero, tenemos cosas que hacer en la empresa, Brandon — Álvaro camina con el rostro en alto mientras Brandon ofendido lo sigue, la policía lo protegen hasta llegar al carro del castaño donde respira ya relajado.

— Yo sabía que ese Jack no te traería buenas cosas a tu vida, es una perra que solo le interesaba tu dinero y ahora, mira no más se muere y te ponen de sospechoso, ay no por los clavos de cristo, que he hecho yo para merecerme esta desgracia.

Álvaro rueda los ojos ante el drama de su primo que no deja de quejarse en todo el camino a la empresa.

(…)

El pelinegro suspira concentrándose en la información que le mandaron mientras en las noticias decían su nombre por lo ocurrido de esa mañana, apaga el televisor y toma el cabello castaño del chico que se encuentra entre sus piernas lamiéndole el miembro con mucho esfuerzo para satisfacerlo de alguna manera, la puerta se abre de golpe y el castaño se detiene pero Álvaro no deja que se detenga y hace que prosiga con su trabajo mientras mira al moreno que ha entrado por la puerta que lo observa con una mueca arqueado.

— Renuncio — habla decidido tirándole en la mesa su carta de renuncia.

— No será posible, Gallardo, sabes muy bien que tiene que trabajar 15 días más para que tu renuncia sea aceptada, ¿no? — el moreno lo mira con cierta cólera.

— Déjalo, Álvaro, hace dos semanas pidió la renuncia — niega quitando al castaño y cerrando su pantalón, Brandon niega sin sorprenderse de la escena — Puedes irte, te esperan en contabilidad para darte el último sueldo.

 El castaño que se encontraba en suelo se levanta sacudiendo su pantalón, se arregla la camisa y el cabello para luego acercarse a Álvaro sin descaro alguno.

— Llámame cuando quieras, Bombón — le guiña el ojo y se va cerrando la puerta, Brandon mira por donde se fue aquel chico riéndose con sarcasmo para luego mirar al pelinegro.

— Por Dios, Ál, sentar cabeza de una vez, hombre, que vida tan asquerosa llevas, en serio, andas de pantalón en pantalón y de falda en falda — se sienta negando.

— No es de tu incumbencia lo que haga o no con mi vida sexual, Bran.

— Como sea, investigue y al parecer al chico si lo mataron según… — Brandon se queda callado al ver como un vaso de vidrio se quebró al lanzarlo a la pared cerca de donde se encontraba — ¡Eres un maldito psicópata, ¿qué m****a tienes en la cabeza, Duncan?!

— Me tomare el día, hasta luego — el castaño lo mira irse sin entender que era lo que pasaba por la cabeza de su primo.

— Dios, casi me mata — toca su pecho calmándose pensando en si es a causa de la muerte de Jack o por no dejarlo descarga su tensión sexual.

El elevador se detiene en el estacionamiento subterráneo de la empresa y de él sale Álvaro con un cigarrillo en la boca, busca su carro sacando las llaves de su bolsillo, no podía regresar a su apartamento porque sabía que el edificio estaba lleno de periodista esperándole, así que optó por irse a la mansión fuera de la ciudad para pesar sus cosas y después mandaría a alguien para que buscara a Luna.

(…)

— No necesitabas venir hasta aquí, Mónica —  la mujer de esbelto cuerpo, cabello negro y piel morena se encoje de hombros acercándose al hombre.

— Solo quería saber cómo estas, vi las noticias, sé que eres inocente a pesar de ser alguien agresivo y dominante, claro — ríe sentándose a su lado sin dejar espacio éntrelos dos — Brandon  me llamó diciendo que estarías aquí, te conocemos muy bien y te traje a tu Luna, sé agradecido.

Niega tomando de su copa de vino artesanal de su pequeña villa a las afueras de la capital mientras la morena le tocaba el pecho lentamente.

— Eres hermana de Brandon, ni lo sueñes, morena — Mónica suspira algo molesta, se sienta encima del pelinegro provocándolo a pecar.

 — Eso me hace tu prima, ¿No? — ríe negando sin dejar de tocarlo — Sabes que solo soy su hermana por ley, aquí no pasa nada, cielo — Álvaro deja la copa y la besa con brusquedad quitándole el vestido que dejaba a la imaginación a cualquier hombre que la mirara.

 — Lo quiero duro…  — sus ojos mieles se oscurecen al escucharla gemir.

— Como lo quieras, mi querida prima — sonríe antes de volverla a besar.

— Entonces te casaras… — afirma aun estando dentro de la mujer que se mueve con lentitud.

— Sí, mi padre lo arregló todo para casarme con un Márquez que… Dios, se te hace más grande...

 — Eres una sucia — sale de ella para ponerla en cuatro contra el sofá  y embestirla con más rapidez mientras la escuchaba gritar de placer  — Debería estar en tu casa durmiendo para estar lista para tu boda de mañana y estas aquí revolcándote conmigo, pobre de tu futuro esposo.

Se ríe mientras le pide más.

(…)

— Bueno, esta es la última vez, gracias por el revolcón, eh — se viste, Álvaro sonríe negando.

— Te acostaste con Brandon, ¿no? — la mujer lo mira sin dejar de sonreír, toma su bolso y le guiña un ojo ante de salir de su mansión dejándole sin dudas algunas de que ella se acuesta con su primo.

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