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Punto de vista anónimo.
La lluvia caía constantemente fuera de la estrecha ventana, un tamborileo constante que reflejaba la tensión en la habitación. La figura estaba sentada en el escritorio, sus dedos golpeaban la madera al ritmo del aguacero. Una pila de papeles yacía esparcida frente a ellos, pero sus ojos no estaban enfocados en la escritura. En cambio, miraron por la ventana, con la mente lejos de la pequeña habitación con poca luz que ocupaban.
Todo se estaba saliendo de control más rápido de lo previsto.
El plan había sido perfecto, calculado hasta el más mínimo detalle. La muerte de Aldric debería haber sido la última pieza del rompecabezas, un movimiento que confundiría a Ian y rompería la ya frágil paz en el reino de los vampiros. Sin embargo, de alguna manera, no había salido según lo planeado. Habían encontrado a Aldric demasiado pronto, descubierto antes de que la ilusión pudiera echar raíces por completo. Ian había reaccionado rápidamente, pidiendo un bloqueo en el