Capítulo 34. Por mi culpa
John no lo podía creer, esta pequeña ladina que no se cansa de hacerlo sufrir ahora quiere marcar las reglas, a él nunca ninguna mujer le había exigido con tal ínfula; él era millonario, joven, sexi y generoso con sus mujeres, pero Anabella se atreve a desafiarlo y contrario a su buen juicio eso le encanta de ella.
—Maldición Anabella, estoy a esto de arrancarte la ropa y hacer contigo lo que me venga en gana hasta dejar tu juicio nulo —declaró John casi uniendo el dedo pulgar e índice.
Anabella cruzó los brazos en su pecho y descruzó y volvió a cruzar las piernas.
—Esa declaración no ayuda en nada a tu caso, sería coacción y mala fe.
John puso los ojos en blanco, no quería pelear, quería tener sexo duro y salvaje de una vez por todas con ella.
—Está bien, a tus padres y a mis padres les daremos una verdad plausible —masculló John.
—Por mi padre ni te preocupes, no vendrá a querer saber tus intenciones —comentó Anabella con ironía—, ahora está Lizzie —musitó pr