Paula
La verdad es que no deseo ni pensar sobre eso otra vez, aunque quiera hacerme la fuerte, ha dejado una marca profunda en mí. Un miedo que a veces logra paralizarme aún me afecta en las noches cuando tengo pesadillas con esos días. Trato de sacudir mis pensamientos cuando la puerta del elevador se abre y escucho gritos desde el apartamento.
—¡¿Quién es este mocoso?! ¡Matilde dime que hace aquí este niño horrible!
Escucho a mi hijo llorar y decir que lo suelte, lanzo lo que llevo en mis brazos y corro hacia allí. Al entrar veo a una mujer agarrar a mi hijo por su brazo y sacudirlo con fuerza, sin lugar a duda lo perdí. Avance, no veía nada, solo sostuve esa mano, bien duro. Haciéndola quejarse y de paso, la empuje, sacándola del camino. Vi que cayó sobre el otro sofá y tomé a mi hijo que se protegió en mi pecho mientras continuaba llorando.
—¿Estás bien Lucían?
—Mami… me duele.
Miro su brazo y está rojo, está loca, le ha hecho daño.
—¡¿Quién eres tú?! ¡¿Cómo te atreves a tratarme d