RAINER.
–Rainer, Rainer– susurro alguien mientras movía mi hombro, abrí los ojos.
–Kelsey– dije, despertando un poco más. –Lo siento.
–Estas agotado, es normal– las castaña sonrió ligeramente. –Ten, el café es un buen amigo en estos casos.
–Gracias– recibí la taza humeante.
–¿Cómo va la herida?
–Ya está curada por completo, pero gracias por la ayuda– toque la venda por sobre la polera. –Esa daga ardía como el mismísimo infierno.