Anne Marie, la ayudó a cambiarse por el otro vestido de novia de seda sin tirantes y con guantes. Anne Marie, se retiró un momento para ir a buscarle el bolso. Se estaba subiendo la capucha y retocándose el maquillaje cuando Anne Marie, regresó entregándole el bolso de seda, haciendo juego con su vestido y se abrazaron.
-¡Estoy muy feliz por ti, Rosalin! ¡Que tengan un excelente viaje y una vida matrimonial llena de bendiciones! –
-Gracias, Anne Marie, por toda tu ayuda, aunque a veces dudé de tus sorpresas como dama de honor – Y ambas soltaron una carcajada –
-Me encanta que seamos amigas y socias de trabajo – Dijo Anne Marie –
-¿Socias? – Preguntó Rosalin sorprendida –
-¡Sí! – Dijo Anne Marie – Socias – Hablaremos de los detalles cuando vuelvas de tu viaje – Le dijo con una sonrisa y subiendo y bajando las cejas sugestivamente, lo que hizo colorear las mejillas de Rosalin –
-¡Oh! – La abrazó Rosalin – Eso hace que te perdone por todo lo que me hiciste pasar esta semana. Ambas rieron