Evelin no había dormido mucho la noche anterior. Estaba preocupada y se sentía intranquila porque no había visto a Noah y además, no sabía cómo resultarían las cosas y cómo lograrían salir de éste problema. Se levantó y se dio un baño y luego se cambió por uno de sus conjuntos deportivos. Salió a darle los buenos días a su compañero por las siguientes semanas. La verdad es que no podía quejarse, pues era un buen cocinero y le gustaba mantener el orden en el apartamento. Cada día le preparaba exquisitos desayunos a Evelin.
-¡Buenos días! – Le dijo Nick a Evelin –
-¡Buenos días! – Respondió Evelin –
-Hoy, te he preparado la especialidad de la casa – Dijo Nick – Omelete con salsa de frambuesa y un majestuoso café –
-Gracias – Dijo Evelin tomando los cubiertos para atacar su desayuno – Todo se ve delicioso –
-Muchas gracias – Dijo Nick sirviéndose también el desayuno –
De pronto, Evelin se quedó estática mirando su plato con el tenedor en la mano.
-¿Evelin? ¿Te sucede algo? – Preguntó Ni