Florencia:
No podía despegar mis ojos del hermoso hombre que tenía en frente, es como si me hubiera embrujado.
— ¿Leonardo? ¿Qué haces aquí? — parecía agitado como si hubiera corrido ¿caso, salió tras de mí?
— Solo Leo, dime Leo por favor y la verdad… te seguí, no lo tomes a mal, pero te vi salir alterada y me preguntaba si estabas bien. — luce avergonzado por seguirme, se ve… tierno.
— Sí, estoy bien o mejor dicho lo estaré, están en temporada alta, aún puedo conseguir trabajo, ya después veré, si me quedo o me voy.
— ¡¿Acaso te despidieron?!
— Renuncié no es lo mismo, algunos no estamos dispuesto a doblegarnos a los caprichos de los demás, algunos todavía tenemos dignidad.
— No comprendo, ¿acaso mi invitación te causó problemas? — se ve realmente preocupado.
— No, nada de eso, es por Elio, es el sobrino del dueño, no entiende que no es no, creo que se parece a tu amigo en ese sentido. — su rostro adquiere un tono sombrío, que incluso da un poco de miedo... ¿pero qué rayos hago hablando con él?, ¡recién lo conozco, y ya hasta mis problemas le cuento!
— Ya veo, dijiste que buscaras trabajo y luego verás si te quedas o te vas, ¿no vives aquí?
— No, soy una viajera, nunca me quedo mucho tiempo en un mismo lugar. — Claro que no, estoy escapando de un capo narcotraficante loco obsesionado ¡que ya me secuestró y torturó una vez! Aunque eso no te lo contare.
— Eso explica tu forma de hablar, ¿de qué país eres? Hablas con acento argentino, mexicano, y algo más. — No pude evitar reír, era la segunda vez que este hombre conseguía eso de mí, alguien que hacía casi un año que ya no reía, no de verdad.
— Mis padres eran argentinos, nací en Colombia, pero crecí en México, supongo que ellos tomaron un poco de lenguaje de cada país y este es el resultado, a veces digo acá, o aquí, che, vos, tú, soy un desastre.
— A mí me parece que eres algo cautivante, exótico, alguien que enamora con solo verla. — Sentí mi cara arder, y mi corazón acelerarse. No sabía cómo responder a eso, es que era tan lindo que intimidaba, seguro y solo quiere pasar el tiempo, divertirse, pero no caeré.
— ¿Es una escultura muy linda verdad? — Fue él quien decidió cambiar de tema al ver que me había quedado en silencio.
— Es la leyenda más hermosa que conozco.
— Eso… creo que una vez me lo contaron, pero mi memoria no es muy buena. — que hermosa sonrisa tiene.
— Deja que te la cuente, es una leyenda que mi madre me contó desde niña, y una de mis preferidas.
—En ese caso adelante.
— Hace mucho tiempo había en los valles de la cordillera cercanos al volcán Lanín, dos tribus que se odiaban de un modo descomunal. Eran acérrimas enemigas, y su relación era irreconciliable. Tanto odio sentía entre ellas, que siempre había motivo para enfrentarse en batallas.
En ese contexto de guerra, sucedió algo increíble: el hijo del cacique de una de las tribus y la hija del otro cacique se enamoraron enloquecidamente. Pero tenían un problema. No podían encontrarse muy seguido, y si lo hacían, tenía que ser a escondidas, por el odio que existía entre sus padres. Una noche oscura, la machi (chamana) velaba (preparaba) la sangre de un animal sacrificado para el Nguillatun (fiesta para un futuro bueno), cuando, de repente, el silencio se hizo añicos por el graznido del pun triuque (el pájaro chimango de la noche). Su grito es señal de mal presagio y la machi lo sabía. Entonces, miró a su alrededor y vio correr entre los árboles a la querida hija del cacique, que escapaba con el hijo del cacique enemigo. Fue ése el peligroso suceso anunciado por el pájaro agorero.
La machi estaba convencida de que la fuga debía ser severamente castigada. Pero, antes de comunicárselo al cacique, prefirió consultar al Pillan (espíritu de la persona que acaba de morir).
"¿Debo contar el rapto al padre de la hija?" — "Sí, debes contarlo", contestó el Pillan.
La machi corrió apresurada hacia el toldo del cacique y le narró lo sucedido. En ese mismo instante, se escuchó — por segunda vez — el grito del pun trueque.
Furioso, el cacique ordenó la búsqueda y captura de los prófugos. Los jóvenes fueron apresados muy pronto y, ante la presencia de toda la tribu, fueron juzgados y condenados a muerte. Los enamorados intentaron alegar su inconmensurable amor, pero no se los escuchó. No participar del odio entre las dos tribus era un grave delito, que exigía un castigo ejemplar. Luego de escucharse la sentencia, el pun triuque — por tercera vez — volvió a gritar su chillido sufrido. Nadie lo escuchó.
Los jóvenes, desnudos, fueron atados a un poste. Entre gritos e insultos, cientos de lanzas y machetes se abalanzaron contra ellos, dándoles la muerte más cruel.
A la mañana siguiente, los verdugos de tan atroz crimen quedaron estupefactos al ver que, en el lugar del sacrificio, habían crecido Flores nunca vistas por esos lugares. Eran hermosas, circulares, parecidas a las margaritas, pero con largos pétalos rojos.
"¡Quiñilhue! ¡Quiñilhue!" (Flor Mutisia reina), gritaban aterrorizados los primeros que las vieron. Y con ese nombre se conoce desde entonces a la Flor que produce una enredadera, la cual se abraza y trepa (sube) por los árboles como se abrazaba la enamorada pareja cuando fue condenada a muerte. Desde entonces los mapuches — avergonzados y arrepentidos — comenzaron a venerar a la Flor que los blancos conocen con el nombre de Mutisia.
— Es una historia muy hermosa, pero triste, un amor que no pudo ser. — Lo miro embelesada, la luz de la luna lo hacer ver aún más hermoso, y yo no entiendo que me pasa con él, nunca había sentido algo como esto.
— Te equivocas, su amor prevaleció, y muestra de ello es la Mutisia, esta esparcida por toda la Patagonia y vive desde ese día hasta hoy, y estoy segura de que nunca se extinguirá, le seguirá mostrando al mundo la magia del amor. — Dios, debo de sonar como una estúpida, pero es lo que creo.
— Tienes razón, un amor cuando es verdadero, deja una huella que ni el tiempo, ni la muerte puede borrar.
— Creo que los amores verdaderos ya no existen, desaparecieron con el paso del tiempo.
— No estoy de acuerdo, creo que nos acostumbramos a que el tiempo nos una a personas equivocadas, por miedo a estar solos, perdemos la oportunidad de seguir buscando el verdadero amor.
No sé porque, pero algo en él me daba confianza, como que lo conociera de toda la vida, no me sentía incómoda en su compañía, ni mucho menos cohibida, hablamos por un largo tiempo, no quería separarme de él, pero todo lo bueno termina en algún momento, ¿no?
— Bien, ya es demasiado tarde, debo irme o Mónica se preocupará.
— Espera, déjame acompañarte. — Su comentario hacia latir más rápido mi corazón, el hecho que él no quisiera despedirse aún de mi me gustaba.
— No, no es necesario, además queda un poco lejos.
— Con mayor razón, sé que es un lugar tranquilo, pero aun así no me siento cómodo dejándote marchar sola, además tengo mi auto aquí en frente.
— Mmm, está bien, vamos. — Y porque no, Leo me inspira confianza y... ¿seguridad?
Leonardo:
No pude apartar la vista de ella en todo el camino, trataba de pensar alguna excusa para alargar el tiempo compartido, esta sensación que tenía en mi pecho era algo maravilloso, por primera vez en mi vida, sentía que valía la pena estar vivo, por el solo hecho de estar con ella.
Pero cuando llegamos ella fue más rápida que mi mente, y simplemente bajo de auto agradeciendo y saludando con su mano, me quedé viéndola, como entraba en esa pequeña cabaña, preguntándome si realmente no era una hada, por lo menos se dónde vive, de regreso a mi estancia comenzó a repasar nuestra conversación, pasando en limpio el tema de su renuncia podía estar seguro que Elio quería ligar con ella, eso me molesto de sobre manera, a pesar de que era tarde, no lo era tanto para el susodicho, así que lo llamé y efectivamente estaba todavía en el restaurante con Kevin, ahora era tiempo de aclarar las cosas.
— Hasta que te dignas a volver, ¿dime conseguiste algo con la castaña?
— ¿De qué castaña habla Kevin? No me digas que fuiste tras Flor, Leo, no pierdas tu tiempo, ella no lo vale. — Antes que el idiota termine de hablar lo golpee, jamás fui partícipe de la violencia, pero por ella, era capaz de todo, maldito idiota.
— ¡Pero que m****a! Cálmate, Leo.
— Hey, ¡que te pasó loco!
— Te lo diré solo una vez, no vuelvas a intentar pasarte de listo con Florencia, si ella te dijo que no, ¡sé un hombre y acéptalo! Si me vuelvo a entrar que la sigues molestando, me aseguraré de que todo este lugar se valla a la m****a. Vamos Kevin, aquí ya no tenemos nada que hacer.
En menos de 15 minutos ya estábamos en mi estancia, mi amigo no pronunció palabra alguna en el viaje, era sabio debes en cuando, pero en cuanto llegamos, comenzó a hablar.
— Leo, realmente... ¡¿tú realmente sientes algo por ella?!
Sabía muy bien porque era su asombro, durante más de una década ha sido mi mejor amigo, él sabe muy bien de mi nulo interés por los demás, por lo menos en lo que se refiere a cuestiones románticas, si bien en una que otra ocasión me acosté con Charlotte, solo fue por su insistencia, por lo general me gustaba tener relaciones con mujeres que solo veía una vez en la vida y era más que nada para que no hablaran estupideces, una puta obligación.
— Sí, siento todo, amor, miedo, desesperación siento absolutamente todo. — admito de forma desesperada y lleno de frustración.
— Calentura, lo entiendo, pero lo demás, ¿amor? Miedo... ¿de qué m****a hablas?
— Miedo que ella no llegué a amarme, quizás ni le intereso.
— O quizás ya ama a alguien. — Me sorprende el comentario de mal gusto de mi amigo, no sé qué le ocurre, es como si quisiera tirar por los suelos mi felicidad.
— No, eso no, por lo que pude ver cuando hablé con ella, es más que claro que está sola, por ahora. Y es eso lo que me desespera, que alguien la ame como yo y que me la arrebaten.
— Tranquilo, ella sucumbirá a tus encantos, ¿cuándo van a verse de nuevo?
— No lo sé, no se me ocurrió nada para concretar un encuentro.
— Volvamos al restaurante mañana.
— Renunció por culpa de Elio, estaba pensando en decirle a Alfredo que no acepte su renuncia, pero tampoco la quiero cerca de Elio. — Estoy seguro qué ese idiota seguirá molestándola.
— Llámala, dile que la contratas para que cante mañana, no, todo el fin de semana, que tendrás una reunión y la necesitas.
— ¿Una reunión?
— Invite a Amara y sus amigas, voy a tomar tu consejo y vengare a mi hermana.
— Odio cuando le prestas atención a mi lado idiota, mejor solo déjala ir, esa joven no tiene por qué pagar por las idioteces de Alexander, ya seme ocurrirá algo para acercarme a Florencia.
— No, no, ya las invité.
— De acuerdo, la iré a buscar mañana.
Florencia:
Pase toda la noche dando vueltas sin poder dormir, cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de Leonardo, esa barba recortada a la perfección, sus labios que tentaban a besarlos, ¡demonios! ¡¿Que me pasa?! Me levanté temprano para salir a buscar trabajo, tomé mi guitarra, si no conseguía nada tendría que ponerme a cantar en la plaza, no me iba nada mal cuando lo hacía, pero necesitaba un sueldo fijo para ayudar con la renta de la cabaña.
Estuve caminando un largo tiempo, estaba sumida en mis pensamientos cuando alguien tocó mi hombro, al girarme lo vi, Dios todo poderoso, ¿acaso podía ser aún más hermoso con la luz del sol? Creí que lo había visto bien anoche, pero no fue así, Leonardo es el hombre más hermoso que he visto.
— Hola. — Me mira con una hermosa sonrisa Blanca y yo por unos segundos no sé qué contestar.
— Ho— Hola Leo. ¿Qué haces aquí? — Parezco tonta hablando así.
— Vine por ti, quisiera pedirte, mejor dicho, quisiera contratarte por el fin de semana, a partir de hoy, tengo una reunión con el grupo que estuvo anoche en el restaurante y me gustaría que cantaras, te pagaré bien. — Habla con tanta confianza como si me conociera de toda la vida. Y lo peor es que no tenga ni fuerzas ni ganas de negarme.
— No lo sé, debo buscar un trabajo fijo. — lo más sensato es que me aleje.
— Puedes empezar a buscar el lunes, te pagaré lo que ganabas en dos meses donde Alfredo, ¿qué dices?
— ¡¿Que?! Es demasiado, no soy un reproductor de música, deberé parar a descansar y...
— Por supuesto, no estarás cantando siempre, solo unos temas por aquí y por allá, además te garantizo que te divertirás, ¿qué dices? — Sé que me arrepentiré, pero más que por el dinero iba a aceptar para poder estar a su lado.
— De acuerdo, a qué hora y donde. — Me hace subir a su auto mientras hablamos.
— Te llevo a tu cabaña para que recojas algunas mudas de ropa, te irás de inmediato conmigo y volverás el lunes a primera hora.
— Hoy es viernes, dices tres días en tu...
— Es una estancia grande, tengo habitaciones de sobra, no te preocupes. — ¿Cuánta tentación voy a pasar al tenerlo a mi lado?
— Bien, vamos y de paso le avisaré a Mónica.
— ¿Es algún familiar tuyo? — Su pregunta me sorprende es como si realmente le interesara saber cosas de mí.
— No, es la otra camarera del restaurante, vivimos juntas porque compartimos gastos, eso es todo.
— Oh, ¿y tu familia? ¿Siguen en México?
— Sí, ellos están allá. Ya no pudieron volver. — No pude evitar que mi voz salga un poco rara gracias al nudo que se formó en mi garganta, mis padres quedaron en aquel lugar, que una vez fue mi hogar, por lo menos sus cuerpos están allí, porque su recuerdo y amor estarán siempre conmigo.
— Hey, ¿estás bien? ¿Qué sucede?
— Nada, detente aquí ya llegamos ahora vuelvo. — Escape como mejor sabía hacerlo, me estaba costando retener mis lágrimas, no me gusta hablar de la muerte de mis padres.
Al entrar veo que todo sigue como cuando me fui hace un par de horas.
— Mónica, despierta.
— ¿Qué pasa? ¿Qué hora es? — dice la somnolienta morena.
— Es temprano, solo quiero decirte que volveré el lunes, no te preocupes por mí, ¿ok?
— Mmm, ok, cierra la puerta y déjame una nota, todavía estoy dormida, no sé si recordaré esta charla.
— Eres increíble.
La morena con la que vivía, simplemente se dio la vuelta y continuó durmiendo. Tomé mi mochila, la cual siempre tenía preparada por si debía escapar, aun estando casi en el fin del mundo tenía miedo de que Manuel, alias el cuervo, o alguien de su cartel me encontrara, me detuve en ese pensamiento. MALDITO CUERVO, CUANDO TE PIENSAS MORIR, PARA QUE YO PUEDA VIVIR EN PAZ.
Salí lo más rápido que pude luego de dejarle una nota a mi compañera.
— ¿Vamos? — pregunto con una sonrisa en mi rostro y es que solo me basta verlo para sonreír.
— Eso fue rápido. — Solo sonreí, y el hizo mismo, dejándome totalmente encandilada, con esa sonrisa de dientes blancos y perfectos, era hermoso y eso que he visto a hombres bellos en mi vida.
— ¿Estas lista? te aseguró que ahora comienza la aventura de tu vida.
— Ya lo creó.
Fue todo lo que pude decir, y no sé porque demonios me sonroje, algo me dice que está en lo cierto, esta será la aventura de mi vida.
Leonardo:Se ve totalmente hermosa, con su cabello suelto, es extremadamente largo, aunque ahora su rostro tiene un deje de tristeza, me pregunto hace cuánto no ve a su familia, me siento responsable, por hacerla recordar la distancia que los separa, quizás si todo sale como tengo pensado, realicemos un viaje a México, me gustaría recibir la aprobación de sus padres.Dios, estoy hablando de aprobación de sus padres cuando ni siquiera le eh propuesto nada a ella.— Bienvenida a la estancia León. — Le anuncio ni bien pasamos la tranquera de entrada, sus ojos adquieren un brillo de picardía.— ¿León? Cuanta humildad. — lo dice con burla, pero lejos de enfadarme me hace reír a carcajadas. Si se está burlando, bien, mientras ella este alegre, no me molesta.— No sé me ocurrió otro nombre, aunque quizás lo cambie por estancia el Hada. ¿Qué te párese?— Me gusta, pero tal vez deberías preguntarle a tu novia si le gusta. — En ese momento me congele, no quería mentirle, pero ¿cómo explicar tod
Florencia:Tamara y yo nos fuimos de regreso a la casa, sus supuestas amigas ya habían salido, sin preguntar por ella, y mucho menos preocuparse por donde estaba, sorprendente.El que si estaba era mi Leo, que bien zona eso.— Flor estabas aquí, hola, Amara, ¿sucede algo?— Nada importante Leo, pero necesito que le pidas el móvil a Kevin, es urgente. — me observa un poco curioso y responde.— Puedes usar el mío.— No, necesito el de él ahora, por favor, es algo importante pero no puedo contártelo. — Amara solo nos observaba conteniendo sus lágrimas.— De acuerdo, te lo traeré, a, por cierto, en la mesada esta lo que me encárgate.— Gracias. — Ahora que lo pensaba, ¿ella no necesitaría tomar algo también?— Amara, ¿usaron protección?— ¡Oh, no!, rayos ahora sí... — veo como la desesperación comienza a invadirla, maldito Kevin, ella es apenas una adolescente, peo él es un hombre, ¿cómo pudo ser tan descuidado?, desalmado, estoy segura que si ella resulta embarazada no se hará responsab
Florencia:— ¡Leo! — Mi corazón se acelera de solo ver que es él quien me llama, es impensable lo dependiente que me volvía a él, lo quiero conmigo, lo extraño demasiado.— Hola cariño.— Hola, ¿todo bien? — su voz suena cansada.— Recién estoy saliendo del aeropuerto no te preocupes, solo extrañaba tu voz.— Yo también te extraño... demasiado.— Volveré lo más pronto posible, te llamaré más tarde.— Adiós, cuídate.Esto era muy raro y loco, si mis padres me vieran, ¿qué pensarían de esta locura?, en solo un mes Leo conoce todo de mi al igual que yo sé todo de él, nos embarcamos en esta locura, ahora vivo con él, solo espero que Manuel jamás me encuentre, por más que Leonardo diga que puede protegerme, temo lo que el cuervo nos pueda hacer.— Señorita. — la empleada llama mi atención.— Ya te dije dime Florencia por favor.— De acuerdo Florencia, el señor Alexander Scott está en la sala, desea hablar con usted.— ¿Conmigo?Sé que es el hermano de Amara, me eh mantenido en contacto con
Florencia:Esto no puede ser, como puede ser que el universo conspiré contra mí, la única vez que tuvimos sexo sin protección fue la noche del lago, y Leo me compró la píldora, pero se la di a Amara, pensando en comprar otra para mí, más tarde, algo que nunca hice, y ahora.... este bebé ¿cómo se lo explicare?El timbre del teléfono me saca de mis pensamientos.— ¿Sí?— Amor, ¿cómo estás? — Trato de que mi voz no tiemble, no me atrevería a decirle nada por teléfono.— Bien ¿y tú? ¿Cómo está todo? ¿Cuándo vendrán?— Ya estoy en el aeropuerto, llegaré mañana. — eso quiere decir que sus padres no me quieren conocer.— ¿Llegaras? Vienés ¿solo? Acaso tus padres no...— Eso ya no importa, espérame, mañana a esta hora estaremos juntos.Lo sabía, ellos no me quieren, solo logré traerle problemas al único hombre que he amado en mi vida.Él no se merece esto.Leonardo:— Hola amor.Florencia estaba en el sofá, dormida, me deleite observándola un tiempo, y luego la desperté con un tierno beso, qu
Florencia:— Bien Florencia, Leonardo, está todo perfecto, este bebé está creciendo muy bien, te recetare hierro y ácido fólico, seguirás tomando un comprimido de cada uno a diario, y nos veremos en esta misma fecha el mes que viene.— De acuerdo doctora, adiós. — Salimos de la consulta y podía notar la emoción en su voz cuando habló.— No lo puedo creer, ¡nuestro bebé está formado por completo! ¿Lo viste amor? Tiene sus bracitos, incluso diminutos dedos, es maravilloso, y recién tiene 18 semanas. No puedo esperar a la próxima ecografía. ¿Te imaginabas algo así?Desde que salimos del consultorio no ha parado de hablar de ello y cada una de sus palabras me está matando, trate de mantenerme firme y tratar de que no me perturbara, pero apenas termina de decir eso y estaciona fuera de la casa, bajo corriendo, tratando en vano que no me vea llorar, algo imposible, antes de llegar a la recámara Leo me alcanzó tomándome del brazo.— Amor, ¡¿qué sucede?! ¿Porque lloras? — sus ojos tan puros m
Leonardo:Saco de la habitación a mi madre y ex prometida, lo más rápido que puedo y luego de dejar a ese par de víboras en la sala fui a la cocina y le di indicaciones precisas a Camila.Cuando me dijo que entendió todo volví a la sala, aguantando mis ganas de matarlas.— Te exijo una explicación de inmediato hijo, ¡Que acaba de decir de esa mujer!— Madre, no, ahora no. Charlotte ¿estás bien? Dime ¿te duele algo? — finjo estar lo de lo más preocupado, debe salir todo bien.— No cariño estoy perfectamente. — responde la maldita pelirroja que casi golpea a mi amor.— ¿Estas segura? No quieres que te lleve a ver un doctor.— No amor, no soy una mujer de cristal.— Sí, lo pude ver, como atacaste a Florencia fue realmente algo de temer, por un momento si ella no se hubiera cubierto el vientre su bebé... mejor no decirlo. — No la verdad no quería decirlo y me estaba costando un triunfo no matarla, por tratar de lastimas a mi hermosa hada.— Dilo porque lo escuche dijiste SU bebé, bien, si
El cuervo:— Me preparas todo, quiero que envíes a los mejores pa' Argentina, aquí mi amigo dice que su hermana Diana le dijo que mi Flor está por aquellos lugares.— Enseguida patrón.Mi Florcita hermosa, muero por tenerte en mi cama una vez más y pa'siempre.Florencia:Mi pantalla se ilumina con el número de mi amiga.— Hola, Diana, ¡¿cómo están?!— Malvada, me tienes preocupada, tú y Esteban me matarán de la preocupación un día de estos. —la queja de la colombiana no se hace esperar.— Lo siento, han pasado tantas cosas que no sé cómo no eh perdido la cabeza aún, ¿me perdonas? —le respondo con mi voz más lastimera.— Sí, obvio que sí, ahora dime ¿qué has hecho estos meses? debe ser importante para olvidarte de nosotros. —bien sigue enojada, tan de ella, aun así, la amo.— Con Leonardo compramos un restaurante, era en el que trabajaba antes de conocerlo, ahora somos los propietarios. —respondo llena de emoción.— ¡Que maravilloso! ¿Entonces cantas? Te has de a ver convertido en toda
Leonardo:No, no estaba dispuesto a quedarme con ella y que solo se conformara con ver los lujos que los demás tenían, yo podía darle todo eso y más, salir de la mansión de Alexander, escuchando como me llamaba a gritos fue lo más doloroso que he hecho, pero debo mostrarle a Florencia de que puedo protegerla de su pasado y para eso necesito dinero.Pero al final del día, nada cambio, todo un día perdido, golpeando puerta tras puerta de los que una vez considere mis amigos, todos y cada uno me dieron la espalda.Dicen que una persona que deja a su familia y rompe un compromiso de tantos años por una mujer insignificante, no es nada confiable, y es ahí cuando me doy cuenta de que ellos no saben una mierda del amor.Nadie podría entenderme y me sentía tocando fondo.— Ahogar los problemas en una copa no es buena idea.— Alexander, ¿qué haces aquí? — Hace media hora que decidí entrar en este bar, y tomarme un tiempo para pensar... y beber solo, pero para mi sorpresa Alexander Scott está