Pero no podía tolerar que Ignacio traicionara a Carmen por su propio interés.
—Baltasar, inutilízale las piernas—ordenó Valenciano fríamente.
Aunque Ignacio se había unido a él, no lo consideraba más que un insignificante peón y, para protegerse, no le quedó más opción que sacrificar a Ignacio.
—Señor Medina, ¿cómo puedes tratarme así?—dijo Ignacio mirando a Valenciano con incredulidad.
Había trabajado para Valenciano de todo corazón, pero nunca esperó que al final recibiría este trato. Valenciano no dudó en venderlo.
En un momento, sintió desesperación y un profundo arrepentimiento, pero era demasiado tarde.
Siguiendo la orden de Valenciano, Baltasar apuntó a las rodillas de Ignacio y le propinó dos fuertes patadas.
Ignacio soltó un grito desgarrador, sintiendo un dolor punzante en sus piernas. Estuvo a punto de desmayarse en el acto.
Al ver la trágica situación de Ignacio, Presidente Muñoz no pudo evitar estremecerse de horror y sentir miedo en su corazón.
—Christian, no tuve intenci