Sin embargo, de repente recordó algo más importante y temporalmente contuvo su ira.
—Fernando, si no me equivoco, todo esto del secuestro de Carmen, casi acabar con su vida, todo fue obra tuya y de María, ¿verdad?— Daniel lo miró furioso, finalmente comprendiendo.
Sabía que Fernando no estaba apresurándose a atacar porque estaba deliberadamente retrasando el tiempo, y también entendía que cuanto más se demorara, más perjudicial sería para él. Pero incluso si iba a morir, debía descubrir la verdad de los hechos. De lo contrario, no podría descansar en paz.
—¿Y qué si lo hice?— Fernando se rio maliciosamente, sin negar nada.
—Viejo, estás a punto de morir, así que déjame hacerte entender—dijo Fernando, sin negar nada. —Permíteme decirte la verdad. Fui yo quien le ordenó a Fernando que atacara a Carmen. Lamentablemente, ella tuvo suerte y fue rescatada por ese pequeño bastardo de Christian.
—Tú también deberías haber muerto hace mucho tiempo, pero también fuiste salvado por ese pequeño ba