30. Desquiciante

Bella

—¿Me concedería el ultimo baile de la noche una jovencita como usted? —Me encontré con la presencia de Donato al final del pasillo estrechándome su mano.

Una sonrisa dulzona adornaba sus labios y yo no pude evitar contagiarme.

—Seria todo un placer. —Le ofrecí mi mano y acepté que nos llevara a la pista de baile.

 —Estás tan bonita como te recuerdo, muchacha. —Adoré aquel cumplido, viniendo de su parte, quien me recibía en su casa con Mauro y me ofrecía todos los dulces que podrían existir, me hacía sentir en completa confianza.

—Una de mis mejores tardes de verano, las disfruté en su precioso jardín. —Le confesé.

—Muy buenos momentos. —Dijo al tiempo que me daba una vueltecilla.

Bailamos un rato más y conversamos de todo lo que se nos pu

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