◇ Capítulo 3 ◇

Esas palabras martillaban en mi cabeza, pero aún no le encontraba alguna razón por la cual mi madre me las decía, era tan inocente en ese aspecto que ni siquiera sospechaba de las tretas que estaba haciendo mi padre, como las iba sospechar.

Mi padre entro por la puerta junto con un hombre de buen ver a simple vista, sus ojos color café eran atrayentes y su porte denotaba alguien con poder, pero a la vez mostraba un hombre sencillo.

—Buenas tardes señora Estévez como ésta—.

—Muy bien señor Melitón bienvenido a mi hogar—.

—Te presento a mi hija Dasha—.

—Es un placer conocerla linda doncella—. Solo escuchar esas palabras me traslado a otra época.

—Es un gusto conocerlo señor Melitón—.

—Tiene una linda hija señor Estévez—.

—Lo sé, muy bien señor Michel—. Su mirada conecta con la mía.

Pongo mi cara seria, aunque por dentro estoy algo desconcertada por su mirada atrayente.

Y como siempre el vino no falto, mi padre gastaba lo poco que tenía para impresionar a esos hombres, siempre eran hombres los que venían y solo hombres solteros y con suficiente dinero en sus chequeras.

Después de unas copas pasamos al comedor donde la misma acción anterior se dio, a excepción de que esté no se propaso es más se mantuvo quieto mientras yo estaba a su lado.

Después de la cena vino el té, estaba vez si no pedí ayuda no voy a cometer el mismo error dos veces.

—Dasha estudias—. Lo miro con algo de enojo, como si al le importara.

—Si dentro de un mes salgo—.

—Tu padre me dijo que te saltaste un año eso es cierto—.

—Si—. Me limité a responderle—.

—Vas a seguir con tus estudios me imagino—.

—Si—. Mis respuestas eran precisas.

—Eso es muy importante que una mujer se prepare no siempre pueden depender de un hombre—.

—Si se supone, pero a veces nos limitan a ello—. Miro a mis padre.

La plática continuó hasta que él señor Michel se marchó y la verdad de señor no tiene nada es un hombre de treinta años.

Me fui a mi habitación hasta que mi madre irrumpió en ella.

—¿Qué te pareció el señor Melitón?, Es un hombre de buen ver no lo crees cariño—.

—No lo sé mamá—.

—No tiene la misma posición que el señor Wellington, pero creo que es un gran partido, es más los dos son grandes prospectos—. Me le quedé mirando a mi madre.

Yo era una chica que apenas sabía de la vida, pero tiempo después comprendí esas simples palabras.

Hablaban de prospecto como si esos dos hombres fueran la más finas de las razas de caninos o equinos. Claro que yo ni por ahí lo entendía.

—¿No lo crees Dasha son buenos candidatos? —.

—¿Candidatos para que mamá? —.

—Para que más Dasha a veces me pregunto si en verdad eres tan inteligente como lo dices—.

—Si no me explicas como voy a entender mamá—.

—Olvídalo cariño pronto lo sabrás—. Asiento. — A quien prefieres al señor Wellington o al señor Melitón-.

—A ninguno mamá es obvio que a ninguno—. No sé ni para que le respondía a mi madre o a mi padre.

Me toma de la barbilla y me presiona con fuerza. —Siempre harás lo que te digamos Dasha, solo yo sé lo que te conviene por lo tanto harás lo que yo te diga—. Asentí, a veces mi madre era una mujer muy perversa y era mejor no contradecir sus mandatos.

Salió de mi habitación dejándome una gran incógnita en la mente ¿En que tendría que obedecer ahora que era "una mujer"?, Solo faltaban días para mí cumpleaños.

Los días siguientes paso de lo más tranquilo eso era lo que yo pensaba.

La puerta de la casa fue tocada y como estaba sola fui atender, al abrir la puerta un chico estaba con un ramo de flores, me quedé estática.

—Buenas tardes la señorita Estévez Dasha—. Parpadee.

—Si soy yo—. Le respondí.

—Este ramo es para usted y esta caja también firme aquí—. Tomé el papel y firme al devolvérselo al chico me entregó la caja y el ramo de flores.

Cerré la puerta y caminé a la sala, aún no me atrevía abrir nada, y cuando tomé la iniciativa por la puerta entró mi madre con una gran sonrisa.

—Hola cariño—.

—Hola mamá—.

—Y eso cariño quien lo envío dame déjame revisar—. Por poco y me arrebató todo de las manos. —Mira son hermosas estas flores serán de algún admirador secreto—.

—¡Mamá! —.

—Lo se cariño, pero una nunca sabe—. Empezó a revisar las flores en cuanto dio con la nota me miro. —Son para ti déjame ver de parte de quien... Oh mira Melitón te las envía—.

—¿A mí y por qué me enviaría esto? —. Pregunté con la palabra ingenua tatuada en mi frente.

Si no era más que una tonta y me sobraba lo inocente, no tenía malicia alguna en ese tiempo.

—Hay Dasha ese hombre quedó enamorado de ti—.

—No mamá, estas demente ese hombre debe tener alguna novia que se yo—.

—No nena él no tiene a nadie ni padres tiene—. Interfirió mi padre.

—¡Mira cariño un vestido para para ti! —. Y nuevamente me hice la misma pregunta, pero esta vez no la saqué de mi boca.

—Lo usarás en la cena de esta noche, Melitón nos invitó a comer—. Mire a mi madre, pero ella estaba tan dichosa como mi padre. —Te daremos una noticia muy importante—. Si la gran noticia del año y la que cambiaría mi vida, pero no para mal si no para bien.

—Ve hija, ve a embellecerte tienes que verte esplendida—. Tome la caja y las flores.

El vestido era hermoso y tenía los zapatos justos con los que lo podía combinar, pero no sabía por qué el señor Melitón me mando esos regalos, claro que lo averiguaría en la noche precisamente en la cena.

Horas después ya estaba esperando a mis padres en la sala, espere casi quince minutos por ellos, mi madre lucia como una mujer de alta sociedad cosa que no era y mi padre no se quedaba atrás.

—Te ves hermosa Dasha pareces toda una mujer—. Me quedé como ¿qué?, si ya no lo era o que parecía antes, preferí callar y guardar mis palabras.

Salimos de casa y papá condujo hasta un restaurante muy lujoso, por fuera gritaba no aceptamos personas de bajos recursos.

Al llegar un hombre se acercó al auto y como todo caballero me abrió la puerta, sus ojos impactaron con los míos de inmediato, era el señor Melitón quien me abrió la puerta, me extendió la mano y aunque temí en tomarla estuve que hacerlo por el sermón que ya me habían dado mis padres.

Tome su mano y baje del auto algo en mi se estremeció fue como un escalofrío que hizo que mi piel se me pusiese como gallina pelona.

Me guío dentro del restaurante y pasamos enseguida, no le preguntaron si tenía reservación o tenía que ver si se la podían dar para dentro de un mes nada de eso.

El abrió la silla para que tomara asiento y así mismo lo hizo mi padre con mi madre cuando nunca lo había hecho, a menos que estuviéramos fingiendo ser de los rabí blancos ósea de la alta sociedad.

Lo primero que fue servido fue un vino que ni vendiendo mis dos riñones en el mercado negro podría costear.

Para mí el señor Melitón pidió un extracto de frutas al que llamó granizado de frutas y la verdad que estaba delicioso.

Luego vino el aperitivo, el plato de entrada y así continuaron desfilando los platillos, al igual que la conversación de mis padres y el señor Melitón iba en todo su apogeo, en cuanto llegamos al postre un silencio inundó la mesa.

—Dasha esta cena tiene un objetivo—. Escuchar a mi padre hizo que mi estómago sufriera un retortijón. —Melitón tiene algo que proponerte—. Miré a mis padres y luego al señor Melitón, tal vez me iba dar trabajo pensé para mis adentros.

—Así es Dasha ya no quiero esperar más, como dicen por ahí él que espera pierde y yo no quiero esperar—. Se mete la mano al bolsillo. —Dasha Estévez sería tan amable de aceptarme como tú futuro esposo...

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