Edward observaba cada movimiento de Rebecca, que parecía distraída pensando en las tres últimas semanas. Su expresión oscilaba entre el cansancio y la irritación. Su ceño fruncido dejaba claro su estado de ánimo.
Desde la situación con la señora GreenWood, se habían acercado más, pero Rebecca siempre lo apartaba y lo trataba de forma diferente cuando alguien pasaba por su lado. Sabía que solo estaba siendo precavida para que no se crearan rumores innecesarios y llegaran a oídos de su madre, pero seguía sintiéndose incómodo con sus repentinos cambios de actitud.
Edward se levantó y salió de su despacho en dirección a su ayudante y le quitó los documentos de la mano, dejándola confusa y seria por su actitud. Sabía que no había estado comiendo bien y que se había estado agobiando con el trabajo en las últimas semanas, pero aunque estaba bien, seguía negándose a aceptar que se cansara de esa manera.
- Vete a comer, que se te va a arrugar la cara antes si sigues frunciendo el ceño así.