—Entonces, ¿qué puedo hacer aquí sola?.
—No lo sé, no estaba planeado tener compañía —dijo Lenox sinceramente.
—Ya sé, estaré esperándote todos los días cuando llegues —sugirió Loraine, y Lenox arqueó una ceja—. Estaré bien, solo tengo que acostumbrarme; de todos modos, la soledad y yo nos entendemo