Una vez más, se me llenaron los ojos de lágrimas al aceptarlo y colgármelo al instante del cuello. Se sentía fresco contra mi piel, pero también como si perteneciera a ese lugar. "¡Oh, gracias!"
Su sonrisa se ensanchó y me saludó con la cabeza. "De nada. Te dejo para que disfrutes de tu noche".
Xand