Punto de vista de Seraphina
Me quedé mirando sus manos, con los dedos enroscados en las mías. El calor de sus manos me tranquilizó. Los callos ásperos me arañaban las palmas, pero eso sólo hacía que pareciera más real. Sentía el corazón apretado en el pecho y se me hacía un nudo en la garganta por l