Yo no fui, yo no le enterré el cuchillo a ninguno de los dos- dijo mil novecientos tres a su enfermero- yo cuando reaccioné- la mujer guardo silencio de pronto y miro alrededor tratando de reconocer el lugar donde se encontraba; el hospital cambio a su alrededor, los ojos de ella comenzaron a mostrarse asustados y descontrolados antes de desmayarse en los brazos de Hernández.
En la mente de la mujer pasaban cientos de imágenes a toda velocidad, su novio ensangrentado, la amiga tirada en un charco de sangre, un hombre