— No me duele nada, y yo no lloro en las noches, soy hombre. — aseguro como si con ello todo estuviera explicado.
— Los hombres también lloran. — rebatió Pam.
— ¿Quién dice?
— Mi mami.
— Bueno, los niños como yo no lloramos.
— ¿Nunca, nunca?
— Nunca.
— Bien, eso es todo dios, y por favor no cambies