Gabriel veía a Cielo y no podía comprender como alguien tan pequeña y regordeta pudiera moverse a tal velocidad, pues incluso antes que la pequeña niña de largas trenzas volteara, Cielo ya estaba detrás de ellos.
— Mamá, llegas justo a tiempo, el tío me llevara a tomar un helado. — informo sonriente