ANDREA
Subo las escaleras y camino por el pasillo con cautela. Me detengo cuando llego a la puerta de su despacho. Estoy nerviosa, más que la primera vez que lo vi, y no sé si se deba a eso o al hecho de que recibiré un regaño de su parte.
Respiro hondo antes de llamar a la puerta. En cuanto toco la fina madera, alguien del otro lado dice “pase”. Tomo otro último respiro para relajarme y abro la puerta lentamente. Con pasos seguros, camino y entro en la habitación, ni siquiera me molesto en mirar a mi alrededor. Siento que el ambiente está tenso, o tal vez sea yo.
― ¿Quería hablar conmigo? ―pregunto cuando finalmente me acerco.
―Tome asiento ―es todo lo que dice. Ni siquiera me mira, está de espaldas a mí. Hago lo que dice y me siento enfrente de su escritorio. Mis palmas sudan, así que aprieto las manos sobre mi regazo mientras espero a que hable. ―Desobedeció mi orden.
Cuando se gira, aprecio mejor su aspecto. Lleva un costoso traje gris oscuro con una camisa blanca. Su cabello cast