Damián cargó a su hijo con algo de esfuerzo hasta donde se encontraba la mesa de ellos.
— Mamá —Michael llamó a Charlotte—. Eres hermosa.
— ¿Qué?
— Que eres hermosa —repitió el pequeño extendiendo las manos hacia ella—. Por eso quiero que seas mi verdadera mamá.
— No puedo hacer eso, tu papá ya encontrará a alguien y recuerda que únicamente soy tu niñera…
— Dile que ella será mi mamá para siempre —le ordenó Michael a su padre y este negó con la cabeza—. Es una orden papá. Tienes que cumplirla porque yo lo digo.
— No lo haré porque me lo pidas —dijo su padre serio—. Eres mi hijo, y si ella no quiere seguir con este juego que tienes no la podemos obligar —dijo completamente se