La casa de Esteban estaba en perfectas condiciones y muy bien arreglada. Tenía un toque elegante y minimalista a excepción de algunas armas expuestas en la pared.
— Son para cazar y proteger el territorio. — explicó cuando me vió mirándolas.
No dije nada y continuamos con la visita. Nos mostró la habitación en la que iba a pasar la noche: tenía una cama queen size con unos cojines y una colcha que sólo con verlos ya prometían una comodidad y descanso de ensueño. En la vida había visto algo tan cómodo.
— Es increíble. — dije observando los tonos blancos y azules de la habitación — parecen sacados de un cuento de princesas.
— Los cojines son de pluma de oca y pato. Los he estado cazando durante años y he rellenado las almohadas de ello.
— Impresionante.
— Entonces espera a ver el baño.
Esteban tenía razón: cuando llegamos al baño quedé aún más impresionada. Mezclaba los colores blanco y negro con adornos y toques en color oro: todo el baño tenía un aire elegante. Vi una ducha con disti