Persona equivocada

¿Cuánto tiempo debe de pasar para volver a llamar a ese número mágico? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Un mes? Bueno, yo llevo tres días y desde hace dos muero por volver a hacerlo. Después de la noche que tuve con Candela, quiero volver a encender mi cuerpo de la forma que lo hice con ella. Estoy sentado en uno de los aparatos del gimnasio con el móvil en las manos y con el número de teléfono reflejado en la pantalla, sólo debo apretar un botón para que todo vuelva a empezar.

Miro al reloj de pared y son las siete de la tarde ¿Será aún muy temprano para llamar? o¿Hay servicio las veinticuatro horas? ¿Le pido a Candela que vaya a mi piso o mejor reservo un hotel para pasar el tiempo? ¿Será posible que me haya obsesionado un poco con toda esta situación? Bueno, sé que hay un límite en este situación pero ¿Cuánto es ese límite? ¿Hasta que el dinero se termine? ¿Hasta que ella se canse? ¿Yo me canse?

― ¡Basta Javier! ― me regaño y dejo el móvil al lado para volver a acomodarme y hacer un poco más de pierna. Necesito volver a mi figura para así poder salir por completo al público y que no me vean en la devastación que me convertir por una mujer, una que aún me sigue molestando y que temo que pronto apareceré en mi vida de nuevo.

― Sólo unos sets más de ejercicio, me voy a mi piso y me acuesto a dormir. Debo descansar, volver a renacer ― me digo a mi mismo mientras veo mis piernas ejercitándose ―  suficiente Javier, debes volver a ser el mismo de antes, basta de dramas, basta de buscar a la mujer ideal, ahora sólo te divertirás.

Así es, divertirme será lo único en lo que pensaré ¿Cuantas veces no pensé en Bea mientras todos se iban al bar? Creyendo que si ella me veía en fotos ahí podría desconfiar de mí,  y así me perdí de todas las aventuras que pasaban. Resultó que mientras yo estaba  "enamorado" Bea estaba con otro en el bar, qué ironía.

Termino de hacer ejercicio y después de cambiar de ropa y de guardar todo en el pequeño bolso que llevo, me dirijo a mi edificio jugando todavía con la idea de marcar ese número, pero por alguna razón me resisto y no sé por qué ¿tengo miedo de que alguien lo sepa? Se supone que esto es anónimo ¿No es así? así que creo que estoy a salvo pero no puedo dejar de pensar que esto está mal, aunque, si Manuel lo ha hecho y Antonio Banderas también ¿por qué yo no?

Entro a mi piso y dejo las llaves en el pequeño plato de madera que tengo en la mesa que está la lado de la puerta. Entro a mi habitación, dejo el bolso sobre el piso, y me recuesto en la cama. Estoy rendido ¿quién iba a pensar que bajar litros de helado de chocolate era tan pesado? ¿Y si mejor me voy algunas unas semanas para olvidarme de todo? incluyendo la tentación de este número mágico.

Me levanto de la cama y voy directo al baño para prender la ducha, mientras el agua se caliente me desnudo frente al espejo y veo que en verdad no he engordado tanto, sólo era mi drama hablando por mí, aún así prometo no volver a dejarme caer en las garras de la glotonería y la depresión por una mujer. El móvil suena y veo un mensaje de Manuel.

MANUEL

Vamos al Ibiza el finde ¿Vienes?

― Pfff ¿Ibiza? ― digo en voz alta ― Aún no es época de ir a Ibiza ― Y pareciera que Manuel me ha escuchado porque envía otro mensaje inmediatamente.

MANUEL

Siempre es buena época para ir a Ibiza.

Dejo el móvil al lado, y entro a la ducha, mi cuerpo adolorido recibe el agua caliente con los brazos abiertos, en verdad me he excedido en el ejercicio, y no debería,  pero supongo que también es una manera de sacar lo último del coraje que tengo hacía lo que ella me hizo, ojalá este dolor fuera por una noche con Candela. Mientras el agua cae sobre mi cara y puedo sentir las gotas resbalando por mi pecho mi mente sólo tiene algo claro, debo llamarla de nuevo, debo volver a besarla, tocarla, hacerla mía, esta vez sin dudar tanto, sin temor, sin sentir vergüenza.

Cierro la llave de la ducha, salgo de ella y tomo una toalla y comienzo a secarme el cabello mientras me miro frente al espejo, soy joven, soy atractivo y tengo dinero; por una noche no pasará nada. Tomo el móvil y marco el número que siempre estuvo listo para hacerme feliz. Esta vez el proceso es más fácil, supongo que han de tener algo que reconoce la voz porque sólo me pidieron el lugar para enviarla y el número de chicas. Una, siempre una, no sé si pudiera con dos.

Me amarro la toalla en la cintura y me voy a mi habitación, esta vez la ropa que tomo es algo más "elegante" por así decirlo, ya que recuerdo que Candela venía con ese hermoso conjunto que hacia que yo me viera como adolescente inexperto a su lado con la ropa que traía puesta. Escojo un pantalón de vestir negro, y una camisa café tierra que combina a la perfección. Me peino el cabello, lavo los dientes y mientras veo los últimos detalles de mi cabello el timbre de la puerta suena, esta vez tuve la precaución de decirle al portero que dejara pasar a Candela sin preguntarme antes, sólo para agilizar las cosas.

Tomo del estante unas copas para vino y una botella de tinto sobre la mesa de la sala, preparando el ambiente, ya que estoy dispuesto a platicar con ella y conocerla, quiero saber qué le gusta, qué hace, en resumen, todo. Escucho de nuevo el timbre y cuando veo que todo está listo abro la puerta para llevarme la decepción de mi vida. No es Candela. Una chica rubia, de ojos azules, piel blanca y buen cuerpo está de pie frente a mí con una sonrisa que parece pintada y no natural.

― ¡Hola guapo! ¿Puedo pasar? ― me dice sensual.

―¿Y Candela? ― le pregunto sin decir nada más y ella sonríe.

― Si quieres puedo ser Candela para ti ― responde y eso me recuerda a lo que la verdadera Candela me dijo, sé que es un guión que les dan, pero a mi parecer Candela lo dice mejor ― ¿Puedo pasar o no?  ― insiste.

Supongo que mi confusión es tanta que la chica me toma el rostro con una de sus manos y lo acaricia ― ¿Esta Candela te dejó solito guapo? ― y acaricia mi barba.

― No, ella... lo siento, no eres quién estaba esperando esta noche, perdón si te hice venir hasta acá ― y cierro la puerta dejándola afuera.

Sí, tal vez fui muy grosero y debí al menos invitarle a pasar, pero por un momento mi desilusión pudo más que mi educación e hice lo que hice. Camino de nuevo hacia mi habitación y marco de nuevo al número. La voz de la mujer vuelve a contestar.

― Buenas noches― escucho.

― Candela, necesito que me envíen a Candela ― digo insistiendo.

― ¿Candela? Creo que se equivoco de número señor y me cuelga.

¿Qué significa eso? ¿Qué Candela no quiso venir? ¿Qué ella ya no trabaja ahí? Tal vez la noche que estuvo conmigo fue su última noche y ahora no la volveré a ver. De pronto, todas las dudas del mundo se vienen a mi mente y lo odio ¿quién me manda ser tan aprehensivo y obsesionado con las cosas? Guardo de nuevo el vino, las copas y apago las luces del piso. De pronto ya no quiero saber nada y por una razón estoy increíblemente enojado con ella. Me desvisto y me meto a la cama. No puedo creer que otra mujer me haya dejado en el mismo mes. Parece ser que el drama nunca se termina en mi vida.

Cierro los ojos y trato de dormir, pero en verdad no puedo. Las dudas del porqué Candela posiblemente no vino me quitan el sueño, bueno, al menos no estoy despierto de nuevo pensando en Bea y su engaño y eso es un gran cambio. Salgo de la cama y me visto de nuevo, unos pantalones de mezclilla negros, una playera del mismo color y unos zapatos cómodos serán mi vestimenta esta noche. Tomo mi móvil y le envío un mensaje a Manuel, como conozco debe estar en algún bar o club de fiesta, mi intuición es correcta porque me envía la dirección de un club un poco lejos de mi piso, no me importa, necesito despejarme y un poco de música rítmica y una buena plática me ayudarán.

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