Caprice tomó el asiento delantero del coche, flanqueada por sus padres, John y Sherry, quienes se acomodaron a cada lado de ella. La disposición, con ella en el centro, evocaba un sentimiento nostálgico de unidad familiar, que la transportaba a la infancia.
Una expresión extraña cruzó su rostro como si no pudiera creer la situación que se estaba desarrollando.
La afectuosa sonrisa de John y el tierno toque de Sherry intentaron tranquilizar a Caprice, quien parecía perpleja por la repentina atención.
La atmósfera amorosa intentó cerrar la brecha causada por su ausencia, creando un capullo de calidez familiar a su alrededor.
A medida que se desarrollaba el viaje de regreso a casa, que duró varias horas, Caprice se encontró sucumbiendo al suave balanceo del vehículo.
Los viajes largos a menudo le provocaban somnolencia, y este viaje no fue la excepción. Osciló entre descansar sobre el hombro de su padre y buscar consuelo en los brazos de su madre, cayendo en un sueño tranqu