Sylvia se sintió insegura de cómo manejar las travesuras del pequeño. Justo cuando estaba pensando qué hacer con Flint, Liam, que tenía el libro, se volvió para evaluar a Flint con ojo crítico.
Flint, que había estado actuando de manera entrañable, rápidamente retiró sus manos del cuello de su madre y obedientemente se sentó como si fuera un muñeco.
—Siéntate a mi lado —le ordenó Liam.
Flint, con su expresión más adorable, miró a Sylvia en busca de ayuda.
Sin embargo, Sylvia desvió la mirada y fingió no darse cuenta.
En respuesta, Flint salió de los brazos de Sylvia y se sentó junto a Liam, sentándose con notable disciplina.
Liam lo miró fríamente.
—Trae el libro.
Flint hizo un puchero y de mala gana tomó el libro, comenzando a leer desde la primera página. Mientras tanto, Liam finalmente desvió su mirada helada y continuó concentrándose en su propio libro.
Sylvia, que había observado todo el intercambio de principio a fin, no pudo evitar sentirse divertida. Estaba c