Ella se terminó de alistar y se fue a encontrarse con él, e iba preciosa, cuando y lo vio su corazón se aceleró y sitió mariposas revoloteando en su estómago, Carl se veía más guapo y elegante que en Brasil, sus ojos color ámbar enloquecían a Mariem y su voz apacible y noble le daban seguridad.
Él educadamente la saludó con un beso en la mejilla, pero sus ojos no lo dejaban disimular lo encantado que estaba cuando la vio, y fueron a comer y cuando hubo ocasión él le pidió perdón por todo lo que había sucedido y se reconciliaron, después decidieron ir a beber una copa juntos en un fino bar, y él sólo la miraba y le decía lo hermosa que era:
—No he podido sacar de mi mente tu lindo rostro, eres única.
Ella sonreía y él continuó:
—Tienes unos lindos ojos verdes, y la forma como me miran me hacen soñar.
—Y mis ojos están deleitados viendo a un hombre muy guapo.
—¿Te parezco guapo?
—Sabes que lo e