– ¿Dónde está? – escucho una grave voz desde la recepción, impaciente parece que en cualquier momento se lanzara sobre el chico que lo ha recibido – ¿Dónde está mi hija? – exclama nuevamente y recién entonces reconozco al padre de Chloe, su esposa lo acompaña lo sujeta del brazo mientras intenta alejarlo del pobre enfermero que no sabe a dónde huir.
– Don Osvaldo – lo llamo acercándome a ellos y en cuento me ve se abalanza sobre mi tal cual había hecho su hija hace unas horas atrás
– Tu gusano infeliz, que fue lo que le hiciste a mi hija – me toma por la camiseta zamarreándome, y lo dejo hacer sin defenderme.
– Osvaldo por Dios, calma – interfiere su esposa
– Aparta mujer, que este infeliz es el culpable de que mi hija este muriendo allí dentro, mientras él no tiene ni un solo rasguño.
– Por favor Osvaldo – Cecilia tiro de uno de sus brazos sin logran mucho cuando de un tirón se zafo de ella y conecto su puño con mi man