111. Escape
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Selena
No lo dudé un segundo.
Ya había anochecido cuando salté por la ventana, mi cuerpo cayó con fuerza contra el suelo, rodando un par de veces antes de detenerme. Un ardor punzante recorrió mis brazos y hombro por los raspones, pero no me importó. Me puse de pie en un instante, con la adrenalina bombeando en mis venas.
Me giré para correr, pero en ese preciso momento un Volkswagen amarillo frenó frente a mí, las luces iluminando la oscuridad de la noche.
Eva.
Bajó la ventanilla y me miró con el ceño fruncido.
—¿Qué haces ahí? ¡Entra! —dijo con urgencia.
Mi mente aún estaba en shock, pero mis piernas reaccionaron antes que yo. Me subí al auto y cerré la puerta de un golpe.
El motor rugió y Eva aceleró, llevándonos lejos de ese lugar sin decir una palabra. Durante al menos diez minutos solo nos acompañó la música de fondo, un viejo tema de rock que sonaba bajo en la radio.
—Gracias —dije en un bajo murmullo.
Finalmente, su voz rompió el silencio.
—¿A dónde te llevo? —pregunta ell