Máximo
Nunca creí que algún día pudiese llegar a sentirme de ese modo, absolutamente roto, devastado y hecho pedazos.
La silueta de Ariel despareció tan pronto las puertas del elevador se cerraron y yo sentí como el aire comenzaba a faltarle a mis pulmones, como la vida comenzaba a hacerse escombros delante de mis propias narices.
Cuando supe que la quería, cuando supe que me había enamorado de ella como un chiquillo de dieciocho años y que ella hacia de mi un mejor ser humado, creí que tendría el tiempo suficiente para resolverlo todo antes de llegar a este punto, creí que podría tenerlo todo bajo control y así, haberlo ganado todo. ¡Que idiota fui! Había perdido, la había perdido a ella y temía también perder a mi hijo.
Mi hijo… pensé en él, en su madre y en la familia que hubiés