El mesero solo frunció el ceño y al ver que Débora estaba tranquila solo busco obedecer esa orden de mala gana, dejando una nueva taza de café negro al señor antes de retirarse.
- Imbécil… dios, que clase de estúpidos contratan en este lugar – se quejó bebiendo el líquido que le sirvieron de mala ga