Capítulo 4. hacer el papel de salvador.

ALEXANDER

Después de pensar que ese día ya no tendría tiempo de acercarme a Isabella, mientras manejaba hacia mi hotel, rápidamente me di cuenta cuan equivocado estaba y tenia la suerte de mí lado, quizás un poder superior si es que existía quería que me encargara de hacer pagar a esta chica por todos sus pecados. Al parecer su auto se había averiado, un Audi que seguramente su querido papi le compro con dinero que no le pertenecía.

Que buen momento para mí que tuve la suerte de cruzármela en mi camino hacia el hotel donde me hospedaba, necesitando ayuda y esta vez podría hacer el papel de salvador, así que rápidamente me estacione y camine hacia ella para ofrecer mí ayuda.

— Hola, ¿que le paso? Si quieres le puedo echar un vistazo. — me ofrecí y ella salto al darse cuenta de mí presencia, lucia hermosa con su cabello suelto ondeando contra el viento, sus mejillas de porcelana ruborizadas, mientras vestía un pantalón negro alto que delineaba muy bien sus hermosas curvas que combinaba con una blusa blanca con un escote en v, pero al mismo tiempo parecía un poco preocupada.

— Si, por favor y la verdad no se que le paso, simplemente se apago y no enciende. - Respondió dejándome por fin escuchar esa hermosa voz, tan angelical como su apariencia, mientras se hacia a un lado y eso me sorprendió, pensé que no aceptaría mí ayuda, pero al parecer le preocupaba algo.

Sin perder mucho tiempo empecé a echar un vistazo al auto, todo indicaba que algo estaba haciendo corto.

— Bueno creo que algo está haciendo cortocircuito, si quieres puedes llamar a tu seguro y que venga por el auto o puedo llamar a un mecánico. — Explique buscando sus hermosos ojos y esta vez no me esquivo la mirada.

— La verdad es que necesito llegar a mí casa rápido hoy. — Explicó luciendo un poco nerviosa. — y el seguro aun no lo he pagado. — añadió casi apunto de romper en llanto.

No se porque pero no me gusto para nada verla así, esto me preocupo un poco pero es algo para lo que ahora no tengo tiempo para detenerme a pensar.

— Te puedo llevar a tu casa si quieres y puedo llamar a alguien para que se encargue de tu auto y luego te lo lleve a tu casa.

— ¿De verdad podrías hacer eso? — preguntó luciendo casi esperanzada, pero luego al parecer se le ocurrió algo y frunció el ceño. — ¿No seria muy costoso?

Al oír eso casi pude romper en una risa irónica, en serio a una chica como ella podría importarle el precio de las cosas teniendo tanto dinero, o quizás era simplemente una avara como su padre, lo cual no seria raro, dado que los dos son terribles personas, no es que yo sea una buena persona, pero no haría ninguna de las cosas que ellos han hecho a otras sin una buena razón, pero sea como sea esta era mí oportunidad.

— No, tengo un amigo que se puede hacer cargo y te aseguro que será muy barato y después podemos arreglar eso. — mentí con una sonrisa. — si quieres que te lleve a tu casa vamos. — dije señalando hacia mí Ferrari.

Ella dudo por un momento pero al final se subió al auto, creo que estaba demasiado ansiosa en llegar a su casa como para seguir manteniendo su distancia, así que apenas montarse en el auto hablo para indicarme su dirección, yo asentí y encendí el motor.

— ¿Y que estudias? — pregunté con mí vista aún fija en la carretera, intentando entablar una conversación.

— ¿ Que? — preguntó ella frunciendo el ceño, luciendo confundida.

— ¿Qué carrera estás estudiando en la universidad?

— Ah, psicología ¿Y tú?

Totalmente irónico que esta chica este estudiando psicología, desde que busque su información y leí eso, aún no me lo puedo creer, ¿Por qué alguien como ella estudiaría algo así? ¿ No se supone que tienes que ser alguien bueno y que te interesen los demás? Cualidades que ella no tenía. Además su papá no preferiría que estudiara algo que le sirva para encargarse de sus sucios negocios más adelante ¿O no quería involucrar a su princesita en esto?

— Yo estoy haciendo una maestría en Finanzas.

Asintió sin decir nada más, cortando así la conversación hasta que llegamos a su casa.

— Es aquí. — dijo ella señalando hacia una mansión. — gracias por traerme. — añadió mientras me regalaba esa hermosa sonrisa y luego se giraba para abrir la puerta.

— Espera. le dije tomándola por la muñeca y al tocarla de nuevo sentí esa electricidad que ella al parecer también sintió por su estremecimiento. — necesito las llaves de tu auto y tu numero para avisarte cuando lo traigan. — añadí soltando la.

Ella solo asintió luciendo un poco aturdida, busco llaves del auto para entregármelas evitando el roce de mi mano y me dicto su numero el cual anote en mi teléfono, para luego observarla mientras salía del auto y se dirigía hacia su mansión y mientras su linda silueta se perdía de vista no pude evitar pensar en lo bien que su padre había aprovechado el dinero que ha robado, espero que lo disfrutara mucho porque pronto no podrá hacerlo, yo mismo me encargare de eso.

Sin más arranque mí auto y me dirigí hacia el de ella y me contacte rápidamente con alguien para que viniera por el y lo arreglara. Después de esperar una media hora vinieron por el, les dije que apenas estuviera listo me llamaran y yo me haría cargo del pago y que solo tenían que entregar el auto a la dirección de Isabella sin informar cuanto costo la reparación. Después de eso me fui hacia el hotel, llegué a la suite, ordene algo para almorzar y me fui directamente hacia mí escritorio para ir adelantando mientras esperaba la comida, tenia demasiadas cosas de las cuales encargarme con respecto a la empresa, había decisiones que tomar y mucho papeleo por revisar.

Además también tenia que ir a cenar con mí hermana en unas horas, la verdad no tenia nada de ganas de ir, yo la adoro pero con tantas cosas que hacer de la empresa lo menos que quería era ir a su casa a cenar con ella y su madre, más cuando no aguantaba a esa mujer, pero todo en la vida requiere sacrificios y tenia que asegurarme del bienestar de mí hermana.

Las horas pasaron y rápidamente llego la hora en la que había quedado en reunirme con mí hermana para la cena, así que me di un baño rápido y me arregle para irme a su casa.

Cuando llegue toque la puerta y me abrió el ama de llaves que les había contratado para que las ayudara.

— Hola Joven Alexander. — Saludó Carmina.

— ¿Cómo está señora Carmina? — pregunté mientras entraba a la casa.

— Bien joven ¿Y usted? — preguntó con una sonrisa amable, pero antes de que pudiera contestarle volvió a hablar. — venga por aquí, la señora y la niña no tardan en bajar. — Dijo dirigiendo me hacía el comedor.

Poco después de tomar asiento, vi a Emma mientras era tomada de la mano por Amelia caminar hasta la mesa.

— Hola Alexander. — Saludó Amelia con esa sonrisa falsa que la caracterizaba.

— Hola hermano. — Dijo Emma acercándose a mí para darme un abrazo, no se veía muy bien, parecía un poco enferma.

La rodeé con mis brazos para preguntarle cómo está, ella me dijo que estaba intentando recuperarse, pero rápidamente se desvió hacia el tema de Isabella.

— ¿Cómo vas? ¿Ya la conociste? — preguntó expectante.

— Ya la conocí, estoy viendo la manera de acercarme a ella, pero ven mejor comamos primero. — Dije señalando hacia la mesa.

— ¿Qué te pareció? ¿ Te gustó? — Cuestionó con desconfianza mientras me miraba frunciendo el ceño.

— No me gusto. — respondí omitiendo el hecho, de que si la hubiera conocido en otras circunstancias hubiera ido detrás de ella para enamorarla y que lo único que me detiene de no terminar loco por ella, es el odio que le tengo y mí promesa, si no fácilmente hubiese caído derretido por su belleza.

— Lo sabía, eres el mejor hermano. — dijo mientras se alzaba para darme un beso en la mejilla.

— Bueno, comamos. — dije sin querer hablar más del tema.

Después de esto la cena transcurrió tranquila y Emma pareció más animada después de nuestra conversación y al terminar Amelia subió con ella para se acueste, pero yo me quede porque necesitaba hablar con Amelia para que me contara la situación con más detalle.

— Listo, ya la deje acostada, ¿Qué necesitas saber? — Preguntó sin rodeos mientras se sentaba a mi lado.

— ¿ Que ha dicho la psicóloga?

— Apenas y ha mejorado, tu mismo lo puedes ver, aun sigue con problemas.

— Pero ya han pasado casi dos años de lo ocurrido, Emma debería haber mejorado. — hice una pausa antes de añadir. — Si es necesario hay que cambiarla de psicóloga.

— No. — dijo sobresaltándose y pareciendo nerviosa. — Lo que pasa es que si la cambiamos su pequeño progreso se puede ver afectado e incluso empeorar, su psicóloga es muy buena, pero tú sabes lo que necesita Emma para seguir adelante.

Explico dejándome poco convencido, pero las decisiones sobre Emma quien las toma es ella, porque es su madre y quien cuida de ella.

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