NICOLA
La cabeza me da vueltas, la garganta la tengo seca y una mala posición hace que despierte con el deseo de despertar al lado de la mujer que me enloquece. Pero no, me llevo a desgraciada sorpresa de que no es Bea, sino, Milenka, quien tiene el cabello enmarañado, las mejillas rojas y los labios entreabiertos, exhalando débilmente.
Como puedo, me hago a un lado y la aparto de mí, anoche llegó muy tarde, diciendo que estaba dispuesta a ayudarme con el papeleo, lo acepté, porque de ese modo iba a terminar antes, no lo cumplí, me pongo de pie, estirando los brazos, la espalda me duele y me paso una mano por el cabello.
Abro las ventanas, dejando que la brisa gélida entre. Estoy a nada de salir, cuando una de las muchachas de servicio, entra sin tocar a la puerta.
—Buenos días, Sr. Hill —se sobresalta y palidece.
Su nerviosismo es evidente y me hace detenerme en seco.
—No pedí nada —replico al ver la charola que traía en manos con dos tazas de café y fruta.
—Si… señor, lo que p