POV de Isolde

La capucha negra de mi capa ocultaba mi rostro mientras me unía a la fila de miembros del Sindicato de Medianoche que avanzaban hacia el laboratorio del sótano. Mi disfraz era simple pero efectivo: túnicas oscuras, una máscara plateada cubriendo la parte superior de mi cara y un medallón de identificación falso que había robado a un agente muerto.

Nadie me cuestionó. Perfecto.

El laboratorio estaba escondido bajo una iglesia abandonada, la ironía no perdida en mí. Cosas malvadas ocurriendo en un lugar que alguna vez fue sagrado. Pero, al fin y al cabo, al Sindicato de Medianoche siempre le había encantado ese tipo de humor retorcido.

“Iniciados a la izquierda, miembros completos a la derecha”, ladró un guardia.

Me moví hacia la izquierda con los otros de rango bajo. Veinte años atrás, yo había sido la mano derecha de la Reina de Medianoche, su bruja más confiable. Ahora estaba entrando a escondidas como una ladrona. La vida tenía una forma peculiar de cerrar círculos.

El