Mark podía sentir su pecho apretarse hasta que incluso la respiración misma se había vuelto difícil. “¿Alguna gente cuestionable se ha puesto en contacto con nosotros durante estos dos días? Seguramente habrá una llamada telefónica o algo para pedir un rescate en un secuestro típico, ¿verdad?”.

En este punto, él deseaba que se tratara de dinero, porque al menos podría recuperarla mediante un intercambio de dinero. Por lo menos, eso sería mucho mejor que no saber dónde estaba Arianne, o cómo estaba ella.

Henry sacudió la cabeza. “Me temo que no ha habido nadie. He prestado toda mi atención y no nos ha llamado ningún número extraño. Si me lo permite, Sr.Tremont... usted se exige demasiado. Necesita un respiro; déjeme esto a mí”, advirtió. “Puede que sea viejo, pero algo como esto todavía está dentro de mis capacidades. Mientras la señora tenga una pequeña posibilidad de estar viva, ni siquiera dudaré en cambiar mi vida para salvarla”.

Mark no dijo nada.

Cualquier noticia sería buena.