7. Dejarnos Ver

[ASIA]

Digamos que Aksel se tomó muy enserio eso de buscar el mejor sitio cerca de donde nos estábamos quedando, el restaurante es de aspecto lujoso, pero no al punto de ser intimidante, se podría decir que es perfecto.

—El chico del valet parking no te podía quitar los ojos de encima. — me dice bajito mientras nos acercamos a donde está el camarero quien nos recibe en el restaurante.

—Es la idea, ¿no?  — cuestiono y simplemente sonríe para después decirle al hombre acerca de nuestra reservación.

Sigo observando el lugar y debo admitir que la ambientación me parece muy hermosa, colores claros, algún que otro sillón de color rojo alrededor de algunas mesas y cuadros de diferentes partes del mundo colgando en las paredes. 

Qui per favore. — Nos dice el hombre y nos lleva a una íntima mesa para dos ubicada en el centro del restaurante, el lugar perfecto para nuestro primer teatro como “pareja” frente a la sociedad.

—Mi amor, permíteme. — me sorprende Aksel y aparta la silla para que tome asiento.

Debo admitir que da un poco de gracia que me llame así, quizás es que no lo esperaba. Observo a Aksel sentándose frente a mí y sonrió con la intensión de seguir nuestro juego.

—Franco sarà il tuo cameriere, sarà qui tra un momento. — nos avisa el hombre que nos recibió y se retira. 

—Mi amor, ¿es así como me llamaras siempre que estemos en público? — pregunto bajito y sonríe. 

—Debemos llamarnos de alguna manera cariñosa, se me ocurría “mi continente” ya que tu nombre indica eso, pero me pareció mucho. — bromea haciéndome reír. 

—Muy gracioso tu… ¿sabes cuantas veces me hicieron bromas por mi nombre? — cuestiono.

—Escuche algunas y me imagino las otras, pero ¿Por qué tus padres escogieron ese nombre? — me pregunta con gran interés. 

Sonrió al escuchar su pregunta… «aquí va nuevamente la historia» —mis padres se fueron de luna de miel por diferentes países de Asia y bueno en una de todas esas noches, mi madre quedo embarazada de mí y decidieron ponerme el nombre del continente donde fui concebida. — explico de la manera más simple que puedo y verlo sonriéndose a punto de reírse, me contagia. 

Buonasera, mi chiamo Franco e stasera sarò il tuo cameriere, cosa posso offrirti di bere?— Nos pregunta y al levantar su mirada después de haber sacado su anotador, se queda en silencio —No me lo creo…— Dice bajito esta vez en español e intenta controlarse. —perdón, pero es que soy muy fan de ustedes dos… pero prometo que me comportare. — nos explica y Aksel y yo nos miramos de inmediato como ideando un plan.

—¿Quieres que nos hagamos una foto? — propone mi conveniente prometido. 

La cara del chico es un poema e intento no reírme —¿De verdad?—  nos pregunta y asentimos.

—Si, como no la haríamos. — respondo mientras me pongo de pie y noto la mirada del camarero en el final de mi falda, cosa de la cual ya no me sorprendo ni me molesto. 

Rápidamente otro camarero se acerca y nos acomodamos para tomarnos la foto, Franco se coloca a un lado mío y Aksel al otro lado, tal y como Aksel y yo habíamos acordado, yo coloco mi mano sobre el hombro de Aksel dejando ver el anillo de compromiso que me dio y con esto da inicio el dejarnos ver en público. 

—Gracias. — Nos dice el chico mientras volvemos a sentarnos y simplemente sonreímos —un gusto, ¿nos traerías una botella del mejor champagne que tengan por favor? — le pide Aksel y el de inmediato asiente.

—Por supuesto. — nos dice y se retira.

Una vez que él se aleja, Aksel se inclina un poco hacia mí y sonríe —fase uno, lista. — comenta y sonrió también.

—Nos entendimos muy bien por haber trabajado tantas veces juntos y casi no hablar, eh. — señalo. 

—Hablar hemos hablado, nada importante, claro, pero si hemos intercambiado algunas palabras interesantes acerca de los proyectos que hicimos juntos. — defiende.

—Tus noviecitas me miraban siempre con mala cara. — bromeo y ríe.

Él por algún motivo mira a su alrededor y luego me vuelve a mirar, sorpresivamente toma mi mano por encima de la mesa y planta un beso en el dorso —si miras a tu alrededor, nadie puede quitarte los ojos de encima y las mujeres definitivamente mueren de envidia. — me susurra haciendo que deba mantener el teatro y mirarlo a los ojos. 

Sonrió —creía que eras un mal actor, pero creo que me equivoque. — señalo de manera sensual para mantener nuestro montaje.

Es él quien ahora sonríe de lado y sin soltar mi mano se aleja un poco, pero no mucho —de esto depende nuestras carreras, mi amor. — comenta y hace una pausa —ganaría el óscar al mejor actor de ser necesario. — confiesa. 

—Entonces, sigamos con este teatro y pretendamos tener la conversación más romántica y sensual del mundo, hagámosle creer a todos que al salir de aquí terminaremos enredándonos en la cama. — propongo y sonríe.

—Creo que los tendremos que convencer con más que una simple conversación, ¿no crees? — pregunta y rio.

«No vayas por ahí por favor…» pienso, pero no puedo mostrarme insegura ahora. 

—¿Propones que nos tendremos que besar en algún momento? — pregunto imaginándome por donde va.

—Dime tú, ¿Crees que sea necesario? — rebate y lo miro intentando no ponerme nerviosa. 

—Depende, ¿Quieres aparecer en la portada de una revista mañana o no? — cuestiono.

—Yo digo que si ¿y tú?— 

—Yo digo que le demos prisa a esto. — respondo y en un acto de valentía, lo agarro de la solapa de su americana y lo acerco para que nos besemos con esta mesa de por medio. 

Es un beso casto, un simple roce entre sus labios y los míos que no dice absolutamente nada, es solo lo que la gente quiere ver “Aksel Zimmermann y Asia Brauer son pareja.” Sonrió sobre sus labios para pretender que el sabor de su boca me encanto y me separo bajo su atenta mirada. 

Él vuelve a acomodarse en su silla y acomoda su americana algo incómodo —la próxima me avisas. — se queja. 

—Sí, la próxima te envió un correo electrónico. — rebato de manera sarcástica y sé que quiere responderme, pero la llegada de la botella de champagne y las dos copas irrumpen nuestra conversación y creo que es mejor así, yo también necesito un tiempo. 

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