Punto de vista de Eric
Martha regresó de la cocina con las manos ligeramente húmedas, con un suave olor a hierbas y a algo que se cocinaba a fuego lento. Sonrió dulcemente al verme aún con Rose en brazos.
—Debe de estar soñando plácidamente —susurró, extendiendo los brazos—. Gracias por cargarla, Sr. Eric. Normalmente no deja que nadie se le acerque cuando se despierta.
Asentí mientras le devolvía con cuidado a la pequeña y cálida bebé. Rose se movió un instante, dejando escapar un leve suspiro, antes de volver a acomodarse. Sus deditos se aferraban a mi camisa y, por alguna razón, cuando Martha los liberó, sentí un extraño y leve tirón en el pecho.
—Duerme muy tranquila —murmuré, dando un paso atrás.
Martha sonrió levemente—. Cuando no tiene rabietas, sí. Pero ha sido mi mayor alegría estos dos últimos años.
Sarah, que había estado sentada en silencio a mi lado, nos miró con una expresión melancólica. —Es preciosa, Martha. Me quedé sin palabras cuando saliste con ella.
—Se parece a s