La Mujer del Italiano
La Mujer del Italiano
Por: Amunet J.D.
Capítulo Uno

No hay nada más peligroso en esta vida, que la envidia de las personas que dicen ser tus amigas de frente, y en cuanto les das la espalda te atacan como si no existiera el mañana. Esa es la primera lección que toda persona con pareja, novio, crush, cachanchán o como quieras llamarle debe de aprender en este mundo.

—Si cariño, yo también te quiero. Si cariño, ya extraño las horas para verte. Si, te veo en unas horas. Te deseo un feliz vuelo, besitos.

¿En que estábamos? Así, ya me acorde, en las presentaciones.

Hola, soy Gabriela Ávila, Gaby para los amigos. Nací en Cuba hace algunos ayeres, algo así como 30 años en los que he aprendido de todo un poco, y créanme cuando les digo de todo un poco, es de todo un poco.

Hija de excelentes médicos reconocidos a nivel mundial, creadores de algunas vacunas que se han distribuido en todo el mundo. Este hecho nos ha permitido salir del país sin tener problema con las autoridades, actualmente vivimos entre New York e Italia, justo en las mejores zonas de ambos sitios.

No es por presumir, pero mis padres no escatiman en nada en cuanto a las comodidades que pueda tener una casa, para ellos, lo primero es la comodidad y el bienestar de su nenita hermosa que soy yo.

Por mi parte soy independiente, no me gusta vivir a costilla de mis padres, por eso, hace unos años me he marchado de casa para empezar mi propia vida, y vaya que vida estoy llevando. Tampoco es que lleve una vida alocada, me gusta tener mis momentos a solas y de completo relax, sin tener a mis padres parloteando cada cinco minutos sobre lo que tengo que hacer, decir o comer.

No es que no los quiera, la verdad, los adoro y simplemente me gusta ganarme lo mío. Las cosas son diferentes cuando conoces el valor de ellas, he empezado desde cero; en el camino me he dado en la torre más de una vez, pero siempre me levanto como el ave fénix, reluciendo el color de mis alas.

Soy ejecutiva de una casa de bolsas, por no decir que la mejor de la ciudad. Mis años de estudios me respaldan, ni hablar de mis parrandas con los jefes y la conexión que he hecho a lo largo de los años con personas importantes en todos los sectores.

Este camino no se hace solo, eso lo tengo más que claro, tampoco de la noche a la mañana. Me ha tocado surfear con los buenos compañeros y con las envidias de los falsos amigos que desean todo lo que tienes a tus espaldas.

Tengo uno de los puestos más envidiados dentro de la compañía, por lo que debo mantener a mis amigos cerca, pero a mis enemigos más «esto nunca lo olviden». Todos saben que soy una verdadera perra cuando me lo propongo, soy de muy pocas pulgas, tal vez eso me ha ayudado a que nadie quiera pasarse de listo conmigo, quien lo intenta lo ubico «a las buenas o a las malas, pero lo ubico».

Los problemas los enfrento antes de que se vuelvan más grandes, como bien dicen “Al toro por los cuernos, antes de que me hagan daño”.

Cuando se trata de trabajar, no hay nadie que me detenga, he dejado compromisos familiares por cumplir con mis obligaciones, amo mi trabajo, disfruto hacerlo, es parte de mí, un complemento que pocos podrán entender.

Hay semanas en las que no duermo para cumplir mis metas, no hablemos de la alimentación, en esa de plano estoy más que perdida. Solo debo dar gracias a Dios por no enfermarme tan seguido, a mi estómago por aguantar tanto alcohol, así como la comida chatarra que es el pan nuestro de todos mis días.

Estamos a unos días que llegue la navidad, una de las fechas que más amo en este mundo «por favor léanlo con sarcasmo, no se lo vayan a creer». Desde mi oficina veo que todos están alborotados, corriendo de un lado a otro por la cena familiar, que si la ropa, los regalos, donde irán de viaje, quien subirá menos en estas fechas, en fin… todo ese tipo de cosas que a las personas “normales” les gusta.

Conste que dije “normales” y no seres hipócritas encargados de criticar al prójimo once de los doce meses del año, y el que queda es para soltar algunas lágrimas de cocodrilo por el arrepentimiento de lo que no hicieron, como si con eso remediaran lo que hicieron el resto de los días.

Me gusta mirarlos desde mi oficina, escuchar el mundo de chaquetas mentales que se hacen año tras año, no es que tenga algo en contra de mis compañeros, simplemente es una de las fechas, que desde hace mucho tiempo dejo de ser mi favorita y dudo considerablemente que vuelva a tener relevancia en mi vida, de eso no me gusta hablar.

Respeto sus comentarios e ideologías, mientras no me hagan participe de ellos y se mantengan lo más alejado de mí, todo estará perfecto. Como siempre, no falta un pelito en el arroz, que se atreve a cuestionar mi proceder.

Yo les puedo aceptar todo, absolutamente todo, menos que se metan con lo que pienso, porque entonces desearan no haber nacido o estar tres metros bajo tierra «Una loca demente, desquiciada no me gana, se los garantizo»

— ¿Ya tienes listo el regalo o vas hacer lo de siempre?  —me cuestiona Daniela de mala manera, con su cara de perro pulgoso.

Es la chica más estúpida que he podido conocer en mi vida, piensa que entre más caro es el regalo, será siempre mejor. Nunca se ha detenido a ver si la calidad es buena o en realidad vale la pena lo que está pagando.

Vive y muere hablando de marcas, coches, hoteles de lujo, viajes, pero creo que solo los conoce en su imaginación o por revistas, ya que no puede distinguir ni la marca de los refrescos. Bueno eso a mí que me importa, es su cochino dinero, si ella quiere gastarlo a lo estúpido adelante; yo no pienso detenerla.

— ¡¿Disculpa?! —la miro revirando los ojos, para seguir ignorándola a como acostumbro desde que la conozco sin perder mi tiempo.

No sé si lo sepa, no la tolero, ni como medicina «la vomito, la guacareo»

— ¡No pude ser Gabriela! ¡Otra vez!, serás la única que no participe en el intercambio de regalos, te mande el nombre de la persona que te toca regalarle a tú correo ¿acaso no estas al pendiente de tus cosas? Desde que eres la favorita del jefe, hay que recordarte lo que tienes que hacer todos los días; ya deberías de pagarme por hacerla de tú agenda personal.

¡Ah no, eso sí que no! Esta m*****a perra ya me canso, quien se cree que es para hablarme de esa manera; por menos de eso han parado en el hospital. Venirme a joder la vida justamente hoy que no me he levantado de buen humor, está muy equivoca la señorita cabeza hueca.

«Será mejor que no digas nada conciencia o también a ti te toca lo tuyo justamente ahora»

«No he dicho nada, así que dispara para otra parte que tampoco estoy de buenas y esa perra me tiene de mal humor, hasta mucho te has tardado en darle su merecido»

«Por primera vez estamos de acuerdo en algo»

«Pues muévelas, mamacita. Que tengo mucho dolor de cabeza de solo escucharla hablar como periquito sin comida»

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo