Ha llegado la hora, estamos sentados sobre la cama y ella aún sigue intentando calmarse después de la crisis que ha sufrido. Lo único que se me ocurre, es colocar mi mano debajo su mentón y hacer que me mire — ¿Quieres que hablemos aquí? — le pregunto mientras que con mi dedo pulgar seco sus lágrimas.
— Si... hablemos aquí— responde mientras se acomoda.