—Buenas, ¿qué pasa, señor Rodríguez? —saludó amablemente José.
—¿Puedes ayudarme a encontrar a la señorita Martínez? Cuanto antes —respondió Miguel con una voz muy fría.
Desde la voz fría de Miguel, José podía sentir su gran ira. Tal vez esta señorita Martínez tuviera un mal paradero. No se atrevía