-Pruébame.- murmuró peligrosamente contra su cuello, con la voz aterciopelada y tan grave que provocó un calor no solo en sus mejillas, sino también en su entrepierna.
Clara abrió sus labios rosados y húmedos por su saliva queriendo decir algo que jamás salió. Como si esa mirada tan profunda y llena de lujuria le hubiese quitado el aliento. Abrió y cerró la boca varias veces y parpadeó como si quisiera salir del hechizo en el que estaba atrapada, pero sin éxito.
Ivan se acercó más, como si eso fuera realmente posible y pudo sentir el aroma de su colonia, una mezcla de madera y café que la encendió aún más. Cerró los ojos por un momento al sentir sus ojos humedecerse por la conmoción justo cuando la traviesa y descarada rodilla del hombre se movió entre sus piernas que no lucharon y se separaron a merced de su jefe.
Ivan también cerró sus ojos y se dejó llevar por el aroma natural de la piel de la joven que se sentía en su nariz como miel pura, un perfume dulce que hizo que su garganta