Cap. 12 Las sorpresas que da la vida, p. 2
Era de noche y Fortuna estaba horneando unos brownies, tenían poca luz, pero ya se había acostumbrado a ese ambiente, fue cuando la lata que horneaba se calentó mucho y le cayó encima produciéndole una quemadura bastante grande, pegó un grito por el dolor y eso le hizo soltar los dulces que cayeron en el piso arenoso.
Ella se agachó del dolor viendo la quemadura roja que pulsaba enormemente y respiraba angustiada. Se levantó y tomó una jarra con agua de mar que tenían y se lavó, el dolor era demasiado.
Chico Pérez en esos momentos entró y la vio llorando y con una quemadura muy grave.
—Sirena, ¿qué te pasó?
—Me quemé —sudaba frío—. Me duele… Me duele mucho.
Angustiado intentó tocar su mano y ella se negó.
—Me duelo mucho, creo que es grave.
El dolor produjo en ella una palidez como la de un cirio y Chico Pérez salió corriendo a buscar ayuda.
Mientras corría por la playa, sin saber quién podía auxiliarlo, de pronto se detuvo y recordó al hombre de manos delicadas. Le había dicho