8: Haz lo que quieras conmigo.
Ámbar
—Amor, ¿ya estás lista?
—No, cariño, un minuto más…
La misma escena de hace tres noches vuelve a ocurrir. Me veo a mí, mi otra yo en el espejo, diciéndome que no asista a ninguna parte con él porque quizás todos lo han sabido, el hecho de que me ha sido infiel, y yo era la única ciega.
Que no debo estar con él después de todo lo que ha pasado.
No después de que mis pensamientos solo regresen a ese día en que descubrí su infidelidad.
La noche en la que yo también, de forma casi increíble, falté a nuestro trato.
Me veo en el espejo y esta vez solo puedo recordar la noche en la que Darwin y yo, ya siendo novios nos encontrábamos tumbados en la cama después de algunas rondas de sexo, y él de la nada, como si lo hubiese tenido perfectamente calculado, sacó su tablet, entregándomela para que leyera algo.
“Por medio de la presente te propongo solo tres cosas:
1. Obedecer a mis decisiones en la cama, en el baño, en la mesa, en el cobertizo, en la alfombra, en las escale