Jane se acercó a Hendrik, que aún estaba de pie mirando la puerta recién cerrada que se llevaba a la mujer, a la que Hendrik consideraba desvergonzada.
Jane tocó la mano de Hendrik, que aún estaba apretada, mostrando lo emocionado que estaba.
El toque de la mano de Jane sacó a Hendrik de su trance emocional, causado por su enfado con su subordinado.
Sentía la necesidad de reemplazar a su subordinado, que no era competente en su trabajo.
No podían manejar ni siquiera a una mujer. Hasta podían perturbar su privacidad.
Odiaba cuando alguien interfiría en sus asuntos personales y hasta llegara a gritar sobre su privacidad.
Jane tiró de la mano de Hendrik para que volviera a sentarse, ya que aún quedaban cinco minutos de descanso.
Jane percibió la ira de Hendrik, que aún no se había calmado del todo, evidenciado por su cuerpo tenso y su ceño fruncido.
Se puso frente a Hendrik y lentamente masajeó sus sienes para calmar la ira de su esposo.
Hendrik permaneció inmóvil, sorprendido por el ine