Aquella noche, la fiebre de Elena ya había cedido un poco, pero Silvio aún no permitía que saliera del hospital. Permaneció junto a su lado, pasando toda la noche en el hospital.
Al tercer día, la fiebre ya había desaparecido por completo, pero a Elena aún le pidieron que se quedara un día más en el hospital.
Al ver el rostro serio y sombrío de Silvio, Elena se sintió un poco desanimada.
—¿No deberías ir a trabajar en lugar de quedarte aquí conmigo? — ¿Y qué pasa con Camila? ¿No deberías estar con ella también?
Silvio la miró con total indiferencia y dijo: —Mis asuntos los manejaré yo mismo, solo cuídate a ti misma.
En ese momento, el teléfono de Silvio sonó, y Elena vio rápidamente el nombre en la pantalla.
Era justo una llamada de Camila.
Silvio no contestó de inmediato, miró a Elena y salió de la habitación con el teléfono en la mano.
¿Qué asunto tenía Camila al llamarlo?
Elena se sintió un poco triste y celosa.
Ella era en realidad así, absurdamente ignorando las agudas contradicci